Con enfermedades crónicas, sin atención médica, con tratamientos a medias y sin medicamentos, así ha dejado la pandemia a cientos de pacientes en instituciones de salud pública.

Aún no amanece, apenas son las cuatro de la mañana y las personas comienzan a llegar. Algunas traen consigo sillas plegables, bancos de madera y cobijas, sobre todo los adultos mayores, quienes aun cuando son “vulnerables”, no están exentos de formarse desde madrugada.

Esperan hasta que la clínica abre sus puertas para solicitar una cita médica, hacerse algún estudio o recibir su medicamento, esto a pesar de que muchas veces la respuesta por parte de los trabajadores es: “No hay, vuelva mañana”.

“Vine por medicamento y a hacerme un estudio de tórax, pero no hay medicamento ni estudios hasta nuevo aviso. La molestia es que, para empezar, vengo de lejos a formarme desde las cuatro de la mañana, exponiéndome en el transporte público, donde viaja gente que ni siquiera usa cubrebocas”, comentó Lourdes Pardo, quien padece hipertensión, diabetes y obesidad y desde hace más de seis meses no recibe el medicamento para sus males crónico-degenerativos.

La situación de Lourdes es la misma que viven, desde hace tiempo, miles de personas en todo el país, y resulta alarmante que desde que comenzó la pandemia, de acuerdo con el número de reportes recibidos durante 2020 en la plataforma cerodesabasto.org, la escasez de medicinas en instituciones de salud pública como el IMSS, ISSSTE o Insabi aumentó más de 50%.

Durante 2019, el total de reportes fue de mil 175, mientras que en 2020, de 2 mil 556; sin embargo, especialistas no atribuyen completamente este desabasto a la pandemia.

“Sin el Covid ya era un reto recibir los medicamentos y poder distribuirlos en cada rincón y subsistema del país; con el Covid se complican más los tiempos de entrega, aunque es difícil atribuirlo sólo a la pandemia, gran parte del problema está en cómo cambió la estructura en la que se organizaba el sistema de salud; sabemos que también hay un cambio en el mecanismo de compras que está haciendo el gobierno actual y los responsables de hacerlo han cambiado varias veces”, explica el especialista en salud pública de la UNAM, Andrés Castañeda.

Mapean puntos con más desabasto

Cero Desabasto es un colectivo que desde hace dos años se ha encargado de registrar y mapear la falta de fármacos en instituciones de salud pública, a través de reportes digitales que generan los pacientes, familiares o trabajadores de la salud. Según su reporte anual 2020. publicado en cerodesabasto.org , el número de reportes recibidos de no surtimiento se mantiene al alza, aun cuando las atenciones de salud para pacientes no relacionadas con Covid bajaron 65%.

“Llevamos casi 4 mil reportes desde la creación de la plataforma, pero nada más en 2020 tuvimos más de 2 mil 600 reportes. El año 2020 es atípico, porque ha habido muchas menos atenciones médicas, por ejemplo, la detección de diabetes cayó más de 50%, lo mismo con las consultas de cáncer de mama y cervicouterino; esto quiere decir que estamos atendiendo a menos personas y las pocas personas que estamos atendiendo no están recibiendo sus tratamientos completos ni sus medicamentos”, señala Castañeda Prado.

Y así existen casos como el de Ivonne Juárez, quien para conseguir medicamentos para su madre con diabetes tipo 2 durante la pandemia ha padecido un viacrucis. Ellas viven en Hidalgo y están afiliadas al ISSEMyM (Instituto de Seguridad Social del Estado de México y Municipios).

En la clínica que les corresponde, ante el desabasto de vildagliptina y atorvastatina, les entregaron unos vales para canjear con solamente cinco días de validez, a partir de la fecha de entrega, en farmacias subrogadas con ubicación en Ecatepec, Valle de Bravo, Toluca o Tecámac, que siempre están cerradas por inventario o que tampoco tienen el medicamento disponible.

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