La sociedad mexicana se escandalizó a mediados de 2010 al enterarse del caso de Édgar Jiménez Lugo, El Ponchis, un niño de apenas 14 años, que a su corta edad era parte de un grupo de la delincuencia organizada y había degollado al menos a cuatro personas. Édgar Jiménez, apodado en los medios de comunicación como El niño sicario, fue detenido y sentenciado a pasar tres años en el Centro de Ejecución de Medidas Cautelares para Adolescentes de Morelos por homicidio doloso, portación de arma de fuego, secuestro y delincuencia organizada. Este no es el único caso de un menor de edad involucrado en la comisión de un ilícito o en el ejercicio de la violencia en México, sino que cada vez pareciera que ello es más frecuente y cada vez es percibido con menor sorpresa.

Lamentablemente, es necesario tener presente que esto no es atípico, sino que se trata de un fenómeno crónico en México y en América Latina. Ello se debe a que los jóvenes han sido los protagonistas del ejercicio de la violencia desde hace tiempo, como víctimas o victimarios, y se les ha identificado como el problema sin que se traten de identificar las causas que los han orillado a las condiciones. Esto representa un profundo error de las políticas de seguridad implementadas, puesto que no se están atendiendo las fallas institucionales ni las características económicas, ni sociales ni políticas del entorno que los están impulsando a participar en la delincuencia.

Ignorar las variables no es algo menor si se considera que de acuerdo con investigaciones neurocientíficas, durante la niñez y adolescencia es cuando el cerebro está en proceso de maduración y es más vulnerable ante estímulos negativos. Si los niños o jóvenes se exponen prolongadamente, pueden desarrollar limitaciones de tipo emocional, cognitivo o social que originen serios problemas de comportamiento.

Desde el Observatorio Nacional Ciudadano hemos enfatizado que ignorar aquello que acerca a los jóvenes a la delincuencia implica desatender algunas de las principales causas del problema de seguridad y, si no se corrige, difícilmente se podrá resolver eficazmente la crisis.

¿Cuáles condiciones de vulnerabilidad son consideradas como incentivos positivos por los jóvenes para ser partícipes en la comisión de delitos graves en México? En el informe Adolescentes: vulnerabilidad y violencia de la CNDH, tras el levantamiento de una encuesta, se identificó que las tres principales condiciones de vulnerabilidad relativas al ámbito familiar que precedieron la comisión del delito fueron el consumo de alcohol y diversas drogas, padres de familia separados y que uno o varios familiares han estado en prisión. Mientras que las condiciones de vulnerabilidad relativas a su escolaridad y situación económica fueron trabajos en condiciones precarias y con bajos salarios, no les gustaba la escuela y una situación económica “regular” de su familia.

Es evidente que tenemos una gran deuda con los jóvenes, puesto que han permanecido invisibles, no sólo para las autoridades, sino para nuestra sociedad. Debido a ello es urgente la implementación de políticas que permitan reducir la demanda de drogas, así como de programas educativos y de difusión para prevenir el consumo de alcohol y estupefacientes mediante la socialización de sus efectos nocivos, programas de intervención y atención en hogares que cuentan con al menos uno de sus integrantes en un centro penitenciario, políticas de crecimiento económico inclusivo, entre otros.

 Directora de investigación del Observatorio Nacional Ciudadano
@Dorsvel
@ObsNalCiudadano

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