Para el padre Mario Ángel Flores Ramos, exrector de la Universidad Pontificia de México y actual director del Observatorio Nacional de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), el sacerdote Alejandro Solalinde perdió su calidad moral al dejar de ser un verdadero defensor de las personas en contexto de movilidad para convertirse en aliado del gobierno que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador.
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“El padre Solalinde ha sido un referente en la defensa y acompañamiento de los migrantes, pero desafortunadamente desde hace más de cuatro años dejó de ser defensor para convertirse en un aliado de este gobierno, y en el momento más inoportuno, cuando existe una política migratoria equivocada y aun así él está a favor de esta administración”, señala.
Entrevistado por EL UNIVERSAL, Flores Ramos comenta que en ese contexto “hay que poner en cuestionamiento su propia figura. ¿Es realmente él quien puede ayudar a los migrantes cuando se ha puesto del lado de un gobierno que los reprime? Esto hay que considerarlo, porque el padre Solalinde ya perdió su calidad moral al perder objetividad al estar tan cerca, identificado y totalmente del lado del actual gobierno”.
¿Cuál es su opinión en torno al padre Solalinde?
—Él perdió objetividad con respecto al gobierno actual porque se ha hecho promotor de este gobierno y estamos para ser más objetivos, más críticos ante lo que está bien y lo que no está bien. Pero cuando ya caemos en el partidismo total, perdemos objetividad.
Dice que Solalinde pasó de ser defensor de los migrantes a aliado de un gobierno que se caracteriza por ser represor que sigue la política que le ha dictado el gobierno de Estados Unidos, “y eso es muy grave”.
Indica que los verdaderos custodios de las personas en contexto de movilidad “no están siendo tomados en cuenta. Son tantos albergues que existen en el país en manos de religiosos, también de otras denominaciones cristianas, no sólo católicos, y de la sociedad civil, pero todos éstos no están siendo tomados en cuenta”.
Considera que el incendio ocurrido en la estación migratoria provisional de Ciudad Juárez, Chihuahua, el 28 de marzo pasado es reflejo de la equivocada política migratoria de la actual administración, “porque sabemos que eso es asunto de toda una estrategia y de toda una manera de manejar la movilidad humana. Es muy grave lo que ha sucedido porque es fruto de una errada política migratoria.
“El drama de Ciudad Juárez lo que ha mostrado es la irresponsabilidad de este gobierno, que viene desde el Presidente de la República para abajo”.
Con una trayectoria de más de 40 años en el sacerdocio, Flores Ramos opina que es ocioso e irrelevante crear un consejo interinstitucional en los distintos grupos de gobierno si el trasfondo no cambia, que son los criterios de la política migratoria.
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¿Entonces no basta con desaparecer el INM?
—El Instituto Nacional de Migración, así se le ponga otro nombre, es una institución necesaria. No se trata de cambiarle el nombre, sino modificar la política migratoria de este país. Y que asuman su responsabilidad los que están al frente, como es el caso de su titular, Francisco Garduño. Porque es muy fácil querer lavarse las manos como Pilato. ‘Yo me lavo las manos y les entrego a Jesús’. Eso es lo que están buscando: lavarse las manos para no enfrentar su responsabilidad”.
Flores Ramos comenta que lo que se necesita en estos momentos es una mayor claridad, así como una mejor política migratoria que respete los derechos humanos de los migrantes y que sepa acompañar a las instituciones y a las ONG de la sociedad civil que los protegen.
“También es necesario que se busque cómo enfrentar el grave problema de los que están medrando económicamente con las personas en movilidad y que principalmente son criminales”.
El clérigo señala que las estaciones migratorias deben ser espacios de protección para los migrantes, no para encarcelarlos y abusar de ellos.