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La Cooperativa Cruz Azul —con cerca de 800 socios— es una de las principales productoras y comercializadoras de cemento en el país con una producción anual cercana a las 10 millones de toneladas.

Cruz Azul tiene además un hotel cinco estrellas, un equipo de futbol de primera división y otros negocios. Desde 1964, la cooperativa destina un presupuesto al equipo profesional.

Aún así, cooperativistas consultados no recuerdan una asamblea en la que se les haya informado sobre las finanzas del Cruz Azul, las regalías por la explotación comercial de la marca o los contratos por los derechos de transmisión televisiva de los partidos.

A los socios de la cooperativa no se les ha entregado un informe detallado sobre las finanzas del Hotel Azul Ixtapa desde 2016, ni de las otras empresas que se han creado a partir de aportaciones de los participantes.

Tampoco se les ha presentado un informe sobre la venta de las casas del Fraccionamiento de Punta Celeste, en Tlalpan: 46 viviendas construidas con recursos de la cooperativa.

La venta de esos inmuebles —se les dijo— serviría para incrementar los recursos de ese fondo de pensiones y jubilaciones, pero, hasta febrero de 2019, los cooperativistas no sabían si esto sucedió.

A los socios tampoco se les han entregado informes detallados sobre los gastos de la cooperativa. La última vez que recibieron datos sobre las finanzas de la Cruz Azul fue en abril de 2017, durante una asamblea en la que mostraron cifras de 2014 y 2015.

Un informe contable sobre los gastos de la cementera mostraría que, por lo menos, desde 2016, el director general de la cooperativa ha autorizado que se paguen millones de pesos, por supuestos servicios de consultoría o de administración, a empresas vinculadas que se ubican en modestos locales y casas en colonias populares.

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