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Anochece y amenazan nubes de tormenta. En Álvaro Obregón, casi con Sonora, en la colonia Condesa también se vive la esperanza. Hay 40 personas atrapadas entre los escombros y miles de voluntarios y rescatistas que desbordan avenida Yucatán, están seguros que serán rescatados con vida. Nadie se amilana.

Ahí, en medio de los pasos que rompen el silencio, que se esfuman con gritos de quienes lideran a brigadas, preparan comida, reparten agua, trepan escombros, sacan piedras; ahí, en esos dos puntos donde chocan la tragedia con la esperanza están los rostros del S-19.

En Parque España se ve a Manuel García, desde un derrumbe en la calle de Medellín no ha parado, asume liderazgo en medio de la desgracia y anima a la gente.

Es un joven abogado egresado de la Escuela Libre de Derecho que grita a todo pulmón: “Una aquí y otra aquí, dos filas, dos filas”, repite la orden y brigadistas atienden. “Siempre me quejo de mi país y ésta es la oportunidad que tengo de hacer algo por México, es mi país, hay que cuidarlo”, expresa.

Han pasado más de 24 horas desde que se registró el terremoto de 7.1 grados y es hora de la comida.

Llegan tres camiones de la Sedena con soldados que relevarán a los elementos que llevan ahí más de un día laborando. “¿Ya comiste, ya comieron?”, pregunta a todos a su paso un joven de nombre Erick. Le agradecen.

Más tarde comienza a llover, con fuerza, las nubes cumplieron su amenaza al inicio de la noche.

Sin embargo, en la Condesa y en Chimalpopoca nadie se fue, vive la esperanza.

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