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No todas las grietas que tienen escuelas y edificios de la Ciudad de México representan un riesgo de colapso, de daño estructural o que sean inseguras para los niños, explicó el ingeniero José Arturo Zárate Martínez.
Zárate es perito estructuralista del Colegio de Ingenieros Civiles de México y asesora a la Secretaría de Educación Pública (SEP) en la revisión de los planteles dañados, y en la elaboración de los dictámenes de seguridad estructural que les permiten abrir y continuar operando.
“En una verificación primera hacemos una revisión visual en la que detectamos grietas y decidimos si el edificio puede seguir o ponen en riesgo las edificaciones”, dijo.
“Se hace la revisión en toda la escuela, en cada uno de los salones, también es muy importante checar las lozas, que no tengan ningún agrietamiento. Los únicos acreditados para dar el dictamen de verde son los directores responsables de obra”.
En un recorrido por la escuela primaria Modelo en la delegación Miguel Hidalgo, en la Ciudad de México, explicó que los inmuebles se clasifican de acuerdo con el daño: en verde, que son seguros y pueden operar, cuando hay fisuras de menos de tres milímetros de ancho, o no se encuentran en trabes o muros de carga.
Cuando se clasifican en amarillo quiere decir que se observaron grietas más anchas y con inclinación de 45 grados, en diagonal o en forma de cruz, en elementos estructurales; cuando se localiza una grieta así, es necesario revisar su profundidad.
Se declara que un edificio tiene un daño estructural grave, o en código rojo, cuando las grietas en diagonal o en cruz son profundas y tienen un ancho de cinco centímetros o más; se han encontrado de 15 centímetros de ancho y en muros de carga.
En las columnas se observan estrellamientos, daños similares a los que presenta un cristal cuando se le impacta con una piedra. Estas grietas indican que el edificio se puede colapsar en cualquier momento. Ahí es se debe estudiar si es posible rescatar o es mejor demolerlo.