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Christian Vonlanthen y Rebeca Ocampo, con más de 40 años de casados, perdieron los ahorros de su vida en 2009. En ese momento, la financiera Coofia les advirtió que no les entregaría los dos millones de pesos que con trabajo y esfuerzo habían juntado.

El argumento que esa institución les dio a Christian y a Rebeca, así como a otros miles de mexicanos, fue que se había quedado sin liquidez debido a una crisis económica que se había originado en Estados Unidos desde un año antes.

“Acudimos con autoridades estatales y federales, pero hasta el momento no hay justicia al respecto. A algunas familias sí se les ha devuelto su dinero a través del Fipago (Fideicomiso Pago), pero a nosotros no nos han dado ninguna respuesta sobre dónde quedó nuestro dinero”, comparte Christian.

Cuando ocurrió el fraude financiero, la pareja vivía en el municipio de Huitzuco, Guerrero, una localidad donde otras personas sufrieron el mismo robo. Asimismo, según lo reportado por medios de comunicación en 2009, el presunto robo de Coofia habría ascendido por lo menos a 80 millones de pesos.

Tras años de no haber sido atendidos en distintos ministerios públicos, Christian y Rebeca decidieron acudir a la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) en 2014 para encontrar un asesor jurídico que los ayudara en el caso.

Sin embargo, cinco años después, Christian reclama que esto no ha ocurrido: “Decidimos ir ahí porque se supone que es una institución para las víctimas y que es enérgica contra las injusticias, pero ni siquiera han hecho el intento de revisar los documentos del caso”.

Comenta que cada vez que asistían a las oficinas de la CEAV, los asesores jurídicos les prometían que iban a recuperar su dinero aunque su actitud ante ellos fuera omisa.

El desgaste físico y emocional producidos por este caso ha sido más intenso en Rebeca, quien fue diagnosticada con cáncer de piel y por ese motivo debe viajar de Guerrero a la Ciudad de México para recibir sus tratamientos.

“Sólo queremos que la CEAV nos repare integralmente el daño, que nos pague el hospital o el medicamento que mi esposa requiere”, señala Christian.

Christian y Rebeca no sólo deben vivir con el fraude que Coofia cometió en su contra, sino con las secuelas físicas que eso provocó y el desdén de la comisión ejecutiva.

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