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El viernes pasado, Martha y su familia esperaron hora y media el vuelo 311 de Aeroméxico con destino a Acapulco, Guerrero. El vuelo, comenta, debía salir a las 20:30 horas, pero, bajo distintas “modalidades” fueron recorriendo la salida para no pagar los reembolsos.

“Estuvimos esperando casi dos horas, pero hicieron todo lo posible para no hacer los pagos por el retraso. Primero fueron recorriendo el vuelo en la pantalla, luego nos pasaron al área de abordaje para tomar un camión que nos llevaría al avión y ahí nos tuvieron esperando”, dice la abogada, quien viajó al puerto de fin de semana.

Martha asegura que no acudió la Procuraduría Federal del Consumidor porque la última vez que lo hizo para quejarse contra una empresa telefónica, sólo perdió su tiempo con audiencias.

“Lo que priva es la desinformación por parte de las aerolíneas, no te dicen cuánto se va a retrasar el vuelo para no exigir la compensación o la cancelación del boleto”.

Óscar Ponce es un profesionista independiente y, con ironía, dice que fue el primero en estrenar las leyes que sancionan a las aerolíneas por retraso en vuelos.

“El primer día que se implementa la ley de demora o cancelación, nos dieron un vale para desayunar en Toks, de 175 pesos, que alcanza bien para un desayuno, y es mejor que estar sentado en la sala de espera”.

El empresario comenta que a principios de octubre iba en el vuelo de las 6:00 horas de la Ciudad de México a Villahermosa, pero se retrasó y Aeroméxico les invitó el desayuno porque protestaron con base en la nueva regulación.

“No te queda de otra, ¿qué puedes hacer?, más bien tienes que esperarte. Afortunadamente teníamos margen de tiempo en nuestra cita de negocios, era el vuelo temprano de las 6:00 horas”.

Para su poca fortuna, dice, no es como en la terminal de autobuses, en donde si no sale una corrida, vas a otra compañía y tomas otro camión.

Por su trabajo, Carlos Fernández viaja una o dos meses al mes por avión y en líneas de bajo costo. Pero hace 15 días vivió un verdadero martirio con la aerolínea Viva Aerobus.

Al llegar al aeropuerto vio que el vuelo a Monterrey estaba retrasado. Se fue a desayunar y al regresar vio que ya tenían sala de despegue, pero les dijeron que el vuelo salía a las 10:20, y había otro vuelo a las 9:00, pero estaba lleno; la opción que le ofrecieron fue ponerlo en el siguiente vuelo hasta las 16:15 horas.

Dio por perdido el vuelo, pero le dijeron que no reembolsarían porque la demora fue de sólo dos horas con 45 minutos, y no de tres.

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