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oaxaca@eluniversal.com.mx
De lo único que están seguros los habitantes de Pinotepa Nacional es que el sismo que sacudió la costa oaxaqueña a las 17:39 de ayer, es el más fuerte que han sentido a lo largo de todos sus años. No saben nada más, porque desde ese momento las comunidades costeras quedaron sin electricidad.
Al principio se percibió como un leve meneo que se mantuvo por varios segundos, obligándolos a abandonar las casas y refugiarse en patios y calles.
Aunque oficialmente el temblor alcanzó una magnitud de 7.2 grados, pobladores como Carlos Martínez aseguran que la fuerza de la sacudida no se compara con la que se sintió con el terremoto del 8 de septiembre pasado, ni con los movimientos telúricos que golpearon la costera de Pinotepa en 2012.
Carlos, de 36 años, es reportero del medio local Noti Costa Oaxaca, por lo que después del hecho recorrió algunas de las comunidades afectadas. Cuenta que poco a poco se fue enterando de los daños. Casas y bardas caídas, personas con heridas leves, crisis nerviosas y reportes de picaduras de abejas, puesto que el sismo tiró panales y los insectos atacaron a quien estaba cerca.
Aunque luego del fenómeno los patios y las aceras lucían llenos de personas abrazadas que permanecieron ahí varios minutos, finalmente las comunidades costeras quedaron desiertas.
Carlos explica que la gente de la región sabe que ante un sismo intenso, las autoridades deben desalojarlos de sus viviendas por el riesgo de que la fuerza de la tierra alcance el agua y regrese con furia al litoral.
En parte, dice, eso explica el miedo que se percibía en los pueblos. “La gente tiene muchísimo miedo, la mayoría”, señala.
El miedo de la gente no es infundado, puesto que según el Sismológico Nacional, hasta las 23:30 horas se habían registrado 261 replicas, algunas que alcanzaron la magnitud de 5.9.
La percepción del miedo no sólo es de Carlos, Obed Martín Ortiz, ex delegado de Protección Civil en la región cuenta que aunque están acostumbrados a las sacudidas, nunca alcanzan esta magnitud.
Obed dice que reposaba la siesta en su hamaca cuando el temblor lo obligó a levantarse de prisa. “Sí es normal que tiemble, pero no así. Vino lento y luego arreció”. Dice que las cosas de su casa quedaron todas revueltas, pues se comenzaron a caer con tal fuerza que prefirió salir corriendo.
“Salí y en mi calle vi que de cinco casas, cuatro tenían fisuras y daños, y sólo uno se colapsó. Se fue la energía y se cayó la señal de celular”.
A las 10 de la noche, cuatro horas después del movimiento de tierra, comunidades del litoral como José María Morelos, Pinotepa, Puerto Escondido y San Andrés Huaxpaltepec seguían sin energía eléctrica. De acuerdo con la CFE, 110 mil viviendas de Oaxaca padecieron apagones luego del temblor.
Además, los pueblos se mantenían incomunicados, puesto que la carretera federal 200 que une a Pinotepa con Puerto Escondido quedó bloqueada por el desgajamiento de un cerro a la altura del paraje Río Arena. Esta era precisamente la carretera que Carlos recorría y que hasta anoche le impedía volver a Pinotepa.