justiciaysociedad@eluniversal.com.mx
“Por puro aburrimiento comencé en las drogas”, dice El Güero, quien resalta que luego de haber desertado de la preparatoria “me dediqué a no hacer nada” y la curiosidad lo llevó a consumir primero marihuana, luego cristal, posteriormente cocaína y heroína.
“Después me metía de todo y comencé a venderles marihuana a los brothers de la escuela”, narra.
El joven de 18 años, quien hace dos dejó la preparatoria que le pagaba su mamá con quien vive actualmente, subraya que intentó retomar los estudios en otra escuela, pero después de tres meses también la abandonó.
Asiduo asistente a “las pedas” y a los antros, el joven reconoce que estar de nini y no interesarse por estudiar o conseguir un trabajo vio un camino más fácil: surtirse de droga en Tepito para después vendérsela a sus conocidos.
El joven confiesa que, debido a su adicción y por no contar con un ingreso económico para comprar la droga, primero ocupaba las ganancias de la venta de la marihuana para comprarse ropa, pero al verse en la necesidad de tener más dinero, comenzó a considerar la posibilidad de asaltar a personas en las calles, y poco después lo llevó a la práctica.
“La verdad, yo ya estaba muy mal. Perdí a mi novia y a todas mis amistades que valían la pena. Sólo tenía a unos amigos que también eran drogadictos”, relata.
Con problemas con su madre, que durante algún tiempo intentó infructuosamente ayudarlo, finalmente “me metió en el anexo y desde que salí me llevó a un centro especializado para atenderme la adicción”, recuerda.
El Güero asegura que después de la rehabilitación no ha consumido droga alguna y que busca empleo.