Más Información
Sheinbaum reacciona a uso de helicóptero privado por Monreal; “Debemos ser un ejemplo a la sociedad”, dice
Detienen a “El Pelón" operador de “Los Chapitos” en Sonora; coordina enfrentamientos contra “Los Mayos”
Tras elección en la CNDH, Nashieli Ramírez pide piso parejo; “no sé si pequé de ilusa, no veía tan cantado”
metropoli@eluniversal.com.mx
Después de diez días, Diego Arcos, paramédico de la Cruz Roja, se reencontró con Paty Acevedo, una de las dos mujeres que rescató en el derrumbe de Álvaro Obregón 286 en la colonia Roma. Diego abordó su motocicleta roja y manejó hasta la Unidad Habitacional Lomas de Sotelo. Llegó a las 2:00 de la tarde y ahí, sobre la calle, esperó a que Paty saliera de su casa para ver por primera vez su rostro.
— “Estoy muy nervioso”, decía Diego, de 35 años. Paty salió junto con Ofelia, su mamá; lo vieron de lejos y lo reconocieron por su uniforme de la Cruz Roja. Entonces se acercaron y la madre de Paty lo bendijo.
A pocos pasos, Paty comenzó a llorar y extendió su brazo derecho para rodearlo. Se separaron por un momento y a un metro de distancia le dijo: “No, es que yo ya no podía, Diego, y tus palabras de aliento me dieron fuerza. Yo decía ya no voy a morir. Me sentía muy protegida de escucharte”.
—“Y era hablar contigo sin verte”, respondió Diego.
—“Sí, tú me decías, ‘después de Ivonne vas tú’, y yo pensaba que no iba aguantar, que no me iban a sacar. Yo lo único que quería es que si me moría supieran que ahí estaba”.
A las 13:00 horas del martes 19 de septiembre, Paty se tomó una selfie con sus compañeros de curso, en el edificio 286. Minutos después, un temblor comenzó a tambalear el segundo piso donde ella se encontraba. Lo primero que hizo fue buscar la salida, pero recordó que olvidaba su bolso y regresó por él. Lo agarró y corrió, pero justo en medio de la estancia se tropezó. Alzó el brazo derecho para cubrirse la cara al ver cómo todo se derrumbaba a su alrededor. Cerró los ojos, escuchó los vidrios crujir, llantos y gritos. Cuando abrió los ojos estaba boca abajo, con el brazo izquierdo atascado. Pensó: “No puede ser que esto me esté pasando”. “¡Fabián, Fabián, no me dejes!”, gritó. Pero Fabián, su amigo, había salido del edificio cuando éste se desplomó.
Paty encontró su celular y alumbró a su alrededor, pero no había más que un par de lozas que formaban un triángulo sobre ella, donde cabía perfectamente extendida. Intentó llamar, mandar mensajes, pero no había señal. Entonces, golpeó con su celular el concreto que la rodeaba. Siguió gritando hasta que la voz de una mujer se encontró con ella en ese espacio, era Ivonne.
Mientras tanto, fuera del edificio, cientos de personas veían la estructura derrumbada; algunos habían salido segundos antes de que los seis pisos cayeran. En Polanco, dos horas después, la unidad de rescate donde trabaja Diego avisó de un derrumbe en Álvaro Obregón. Alistaron ambulancias y Diego subió a su moto y salió hacia la Roma. Se estacionaron cerca de la zona cero y entraron a la estructura en la que sólo permanecía de pie la planta baja. “Entramos por el lobby del edificio, encontramos escaleras laterales, comenzamos a subir, llegamos al primer piso y gritamos: “Somos el equipo de rescate, ¿hay algún sobreviviente?”.
“Alcanzamos a escuchar una voz a lo lejos, entramos y empezamos a meter los polines para poder llegar y que no se derrumbara. Encontramos a Ivonne, era la primera, quien nos decía que tenía el hombro atorado. Pero detrás de Ivonne se escuchaba otra mujer y era Paty”.
Diego se presentó y las dos mujeres lo escucharon. “Mi trabajo era tratar de sacarlas de la desgracia, de esta situación tan difícil para mantenerlas conmigo. Darles toda la confianza, en ocasiones prometerles que las íbamos a sacar, sin saber si eso era posible”.
En el reencuentro del jueves, Diego le contó a Paty que las losas de los cuatro pisos que habían caído sobre ellas hacía casi imposible que las sacaran. Los 16 hombres, bomberos, paramédicos y un ingeniero estructurista analizaron diversas estrategias. “Intentamos otras medidas. Una de esas era ingresar por la parte de abajo, en el primer piso, calcular dónde estaban y hacer boquetes por la losa, pero nos dijeron que si hacíamos hoyos podríamos debilitar toda la estructura”. Diego se quedó callado por segundos y luego sonrió: “Había un civil con nosotros, un ingeniero que dijo, si yo sé construir edificios también sé destruirlos”.
Los 16 rescatistas sabían que podían morir al hacer esa maniobra, que tal vez las losas se removerían y quedarían atrapados también. “Nos despedimos, dijimos: señores, fue un placer trabajar con ustedes”.
Mientras hacían el primer hoyo hubo una réplica. Paty escuchó que a los hombres les decían “¡Desalojen! Réplica de sismo”.
—“No, no, yo dije ya me morí. Mi cuerpo tembló. Yo pensaba que todo se iba a comprimir, que nos habían dejado y le dije a Ivonne, si yo me muero avisa que estuve acá”.
Hubo silencio unos segundos pero Diego regresó por ellas. Ivonne se desesperaba, las losas la oprimían. A un lado de ella siempre hubo cadáveres y sangre. Las horas hacían que ella se aferrara, pero que perdiera energías. El oxígeno era poco. Los rescatistas, incluso, se turnaban para respirar y luego seguían trabajando.
“Hubo momentos en que Ivonne dijo que le cortáramos el brazo, pero nunca fue opción”, explica Diego.
“Les prometo que las voy a sacar”, les decía a las dos.
Tres horas después, el primer hoyo para liberar a Ivonne estuvo listo. Los rescatistas lograron tocar sus pies y notaron el daño en su brazo. Pidieron una camilla y varios pares de manos la bajaron por el orificio. La contuvieron y la sacaron al fin del encierro. Pero la que seguía ahí era Paty.
El primer contacto que tuvo Diego con Paty después de que salió del hospital fue por redes sociales. Él la buscó porque de los seis rescates que hizo ese martes 19 de septiembre, las nueve horas que estuvo hablándole a ella y a Ivonne, es lo que más recuerda. Paty siempre quiso agradecerle y juntarse los tres: Ivonne, ella y Diego.
El jueves, cuando se abrazaron, Diego le dijo a la madre de Paty: “Gracias a su hija por demostrar la fortaleza que tuvo ahí adentro”.
La primera invitación, después de los abrazos, fue a comer.
“Hoy es jueves de pozole, vamos, de verdad, yo te quiero invitar”, dijo Paty. Los tres entraron a un restaurante cercano y hablaron del sismo. “Lo primero que pensé cuando estaba ahí fue en mis hijos, yo decía, ¿quién va a ir por ellos a la escuela? ¿Cómo van a saber que estoy aquí?”.
En la comida, Ofelia reveló que este 30 de septiembre Paty cumplirá 40 años. “Volví a nacer el 19 de septiembre”, dijo Paty en tanto Diego le confiesa que así como él, su hijo iniciará su carrera como paramédico.