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estados@eluniversal.com.mx
Ricardo, un hombre joven y fornido, carga con amor a uno de sus dos hijos, y María, su esposa, observa al otro jugando. Ambos están sentados juntos, viendo a los lejos el Pueblo Mágico de Atlixco, ubicado a 25 kilómetros de la capital poblana.
Los dos siguen pensando en sus flores, esas flores que venden en la iglesia de San Agustín y que hoy están guardadas en su casa, esa que el sismo de 7.1 grados del pasado martes fracturó en la zona centro de Atlixco, uno de los municipios con más afectaciones en el estado.
Hoy están en el albergue habilitado en el Instituto Tecnológico Superior de Atlixco... decidieron refugiarse aquí por sus hijos, Alan Rodríguez de nueve meses y Dylan de Jesús de tres años. Todo por ellos, para estar seguros de que no pasen a formar parte de la lista de 45 muertos que suman en el estado de Puebla.
“Yo le dije a mi marido: vámonos, no le vaya a pasar algo a los niños”, recuerda María del Carmen Molina, una mujer que vive en la casa rentada de sus padres.
Los dos se acompañan, ella ve a su esposo con ojos amorosos y él regresa el gesto abrazando con mayor fuerza a su bebé de nueve meses.
“Por el momento debemos estar acá y ver qué nos dicen porque vivimos con mamá y papá, pero ellos no quisieron salirse”, agrega.
Reciben de manos de una rescatista de urgencias médicas un par de pañales para su hijo; mientras que miembros del Ejército y voluntarios les dan cobijo y alimento.
Don Ricardo García se queja de aquellos que no han querido abandonar sus viviendas con daños, porque dice “lo material va y viene, pero la vida nunca”, como los ocho fallecidos registrados en este municipio, desde donde se pueden admirar paisajes únicos del volcán Popocatépetl.
“Están mal porque [primero se debe] tener la seguridad de uno y después lo demás... Muchos no quieren salir por [cuidar] sus muebles, pero una televisión se recupera, la vida no, primero lo primero”, afirma.
Las coloridas fachadas del primer cuadro de la ciudad se encuentran “rasgadas” por los efectos de movimiento telúrico, el cual dejó mil 593 viviendas afectadas.
Un total de 35 están colapsadas, 590 con daños mayores y 968 con menores, entre ellas la de Ricardo y María, los comerciantes de flores.
El presidente municipal de Atlixco, José Luis Galeazzi Berra, reporta cuatro iglesias colapsadas, 14 con daño mayor y una con menor.
En una labor conjunta entre el municipio, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el gobierno del estado, se realizó una inspección por las casas y edificios públicos y se comprobó que el principal cuadro de este Pueblo Mágico, rico en cultura, donde se pueden admirar piezas de las culturas mexica, mixteca, tolteca, zapoteca y algo de la teotihuacana, es el más afectado.
En el centro hay tres viviendas colapsadas, 200 con daño mayor y 100 con menor.
El centro histórico se siente y se ve triste. Calles cerradas por seguridad de los transeúntes, algunos comercios cerrados por temor a mayores desplomes, pero una sociedad viva que camina para ver su pueblo y llevar ayuda a los centros de acopio.
La avenida Miguel Hidalgo y la antigua Iglesia de la Tercer Orden, sufrieron los embates del sismo, lo mismo que la calzada 16 de Septiembre, la Plazuela Fray Toribio de Benavente y el Convento e Iglesia de San Francisco.
Hoy las autoridades determinaron reabrir la circulación de 12 calles de esta ciudad.
El alcalde reconoció que a raíz del sismo, el ánimo de los atlixquenses decayó; por lo que reabrir la circulación en calles ayudará a los ciudadanos a levantarse, sumarse al municipio con optimismo y retomar su vida.
Ricardo y María están dispuestos a levantarse. Sólo esperarán un dictamen oficial para ver si regresan a ocupar la casa por la que pagan mil 800 esos mensuales, o buscan otra en renta para poder seguir vendiendo sus flores.
“Nos sentimos bien... Con algo de miedo, pero bien”, dice Ricardo, el hombre que le da vida al Pueblo Mágico con sus coloridas flores... Lo que quieren es que a Atlixco regrese la magia, vuelva a la vida.