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Las autoridades mexicanas deben prepararse ante el incremento de personas centroamericanas y de otros países que piden refugio en un contexto de desplazamiento de sus lugares de origen, debido, entre otras causas, a la violencia que viven en sus naciones, dice el Representante del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados en México, Mark Manly, quien subraya la necesidad de considerar prioritario el cambio en la dinámica del desplazamiento de personas.
Actualmente, la violencia es una de las principales razones por las que la gente emigra, además de los cambios demográficos que se viven, y México se ha convertido en un país de destino como para querer quedarse protegidos aquí, destaca Manly en entrevista con EL UNIVERSAL.
Si bien existe un marco legal bueno en la materia, señala, son necesarios cambios para dar protección a quienes solicitan esa ayuda y entrar en el proceso de análisis para que no tengan que pasar por una estación migratoria de detención por el hecho de haber ingresado al país de forma irregular. O en el caso de quienes cruzan la frontera sur de manera legal, no tengan que recorrer 160 kilómetros para encontrar una oficina en la cual puedan solicitar el refugio.
La Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), expone, es la encargada de atender el tema, pero es necesario dotarla de mayores recursos económicos, humanos e incluso infraestructura. La agencia de la ONU ayuda con personal e incluso tecnología, pero ello es temporal, precisa.
Manly subraya que la agencia para los refugiados trabaja con las instituciones correspondientes para llevar a cabo cambios necesarios, iniciando por la Comar.
¿La política migratoria mexicana hoy es la correcta?
—Se requieren cambios en la política, algo que venimos diciendo desde hace tiempo. El nuevo gobierno de México ha anunciado una nueva política migratoria y, entre otros puntos, está el compromiso de fortalecer a la Comar y, obviamente, con el cambio de dinámica es más importante que nunca, porque esa es la dependencia federal clave en esto.
Es muy importante que tengan los elementos necesarios para recibir y procesar las solicitudes.
¿Han detectado que todas las personas que entran por la frontera sur de México llegan a pedir la condición de refugio o es parte del ofrecimiento que hace el país?
—En cuanto a las cifras, la mayoría de las personas tiene por destino Estados Unidos, eso sí está claro. Sin embargo, hay un porcentaje que ha ido subiendo, que ve a México como su destino. La otra cosa es que es una minoría la que solicita la condición de refugiado. Eso es lo que vemos.
El otro elemento que debemos tomar en cuenta es que la gran mayoría de las personas viaja como se ha hecho en las últimas décadas, vienen grupos pequeños, no se movilizan en las denominadas caravanas. Ha habido un cambio en el sentido de que las caravanas hacen más visible el fenómeno, pero la gran mayoría no viaja con las caravanas.
¿Movilizarse en caravanas obliga a que las autoridades tengan que ofrecer el refugio?
—Son dos fenómenos distintos. En los últimos meses, si comparamos el número de personas que llegaron con las caravanas y solicitaron la condición de refugio con el número total de solicitantes, vamos a ver que realmente es una minoría. Son pocas las personas que llegaron con las caravanas en enero, febrero, y que solicitaron la condición de refugio. Con el gobierno anterior, en octubre, hubo un número significativo que llegó con la caravana y solicitó el refugio como forma de entrar al país; sin embargo, eso fue en un momento específico.
¿México es generoso en el tema del refugio?
—A lo largo de la historia, México ha demostrado ser un país solidario con las personas que llegan a su territorio en búsqueda de protección. Al igual que los refugiados españoles y sudamericanos de décadas pasadas, los centroamericanos y venezolanos comienzan a contribuir a la economía, cultura y sociedad mexicanas.
Las personas refugiadas que han podido acceder a la documentación necesaria se emplean y contribuyen a la economía nacional a través de impuestos y consumo.
Sin embargo, un número considerable de personas se encuentra con muchas barreras para integrarse en la economía formal, por ejemplo, el poder abrir una cuenta de banco.
Sabemos que existen muchas vacantes en el norte del país que no llenan mexicanos y hay el interés del sector privado en poder cubrir esa necesidad de mano de obra con las capacidades y el talento de las personas refugiadas.
¿Es un tema de legislación?
—La legislación mexicana es bastante buena en el sentido de que reconoce que las personas vienen huyendo por una variedad de razones. Pero no siempre ha habido las posibilidades para que las personas se acerquen a la solicitud de refugio.
Por lo general, la persona que ha hecho la solicitud en frontera ha terminado en un centro de detención migratoria. Las personas que hacen la solicitud, para evitar la estación migratoria, han tenido que ingresar de forma regular al país, llegar a una localidad en la que hay una oficina de Migración o de Comar, y para ello han tenido que circular por zonas riesgosas en la frontera sur.
México tiene buena legislación, ahora el reto que tenemos es asegurar que las dependencias clave, en este caso la Comar en particular, tengan la capacidad de recibir y procesar esos casos y hacer algunos cambios en la política para asegurar que las personas no estén en detención.
Cuando habla de que las dependencias tengan más capacidad, ¿a qué se refiere?
—La Comar hoy en día tiene un presupuesto más bajo que hace cinco años. Nosotros, mientras tanto, les hemos dado algo de apoyo en términos de recursos humanos y técnicos, pero eso es algo temporal y realmente requiere un esfuerzo de largo plazo para reforzar su capacidad, porque las tendencias que vemos en términos de aumento de número de personas que solicita la condición de refugiado en México va en aumento.
¿Qué debe hacer México?
—El país tiene que prepararse para este escenario. Es importante notar que este fenómeno es algo regional, México no es el único país afectado, también hemos visto un incremento muy importante en el número de solicitantes de la condición de refugio llegando a Costa Rica, y luego, por la situación de Venezuela hay números muy altos, mucho más altos que en México, en los países de Sudamérica, en particular en Colombia, Ecuador, Perú y Brasil. Pero también en Chile, Argentina y Panamá.
En el contexto de México es muy importante tener claro que aunque ha habido aumento en el número de solicitantes en el contexto de refugiado, México en términos per cápita, tomando en cuenta el tamaño de su población, tiene una población refugiada pequeña.
Es importante tener en cuenta que el país sí tiene la capacidad para esta población, pero tiene que ajustar para asegurar que las instituciones encargadas tengan los recursos para hacer frente a esta dinámica.
¿Percibe cambio en cuanto al asilo en México?
—Reconocemos el cambio importante en materia de asilo que implica el anuncio de la nueva política migratoria. El reto ahora es aterrizar los principios de esta nueva política en acciones concretas en el terreno. En el área de refugiados estamos trabajando con las instituciones clave para llevar a cabo los cambios necesarios, empezando con el fortalecimiento de la Comar. En ese sentido, hemos contratado a 39 personas adicionales para apoyar, la mayoría de ellos en Chiapas y Tabasco.
Otras contrataciones están en curso, así como mejoras de oficinas y adquisición de equipos. Reconocemos el apoyo solidario de muchas comunidades en la frontera sur y para que no se sienten solas frente a la llegada de migrantes y refugiados, hemos invertido en más de 10 obras de infraestructura deportiva en municipios del sur y equipos para siete colegios.