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“Fuerza México”, fueron las palabras con las que el Equipo Japonés de Auxilio para Desastres se despidió de nuestro país luego de apoyar en las labores de rescate tras el sismo del pasado 19 de septiembre .
Aunque una decena de países envió equipos de apoyo, fue el grupo de 72 japoneses el que acaparó la atención. Entre los mensajes de agradecimiento, comentarios sobre su disciplina, orden, educación y amabilidad abundaron en Twitter y Facebook.
Al encontrar el cuerpo de una joven de 19 años en un edificio derrumbado mostraron respeto quitándose los cascos y guardando un minuto de silencio . Acompañaron a brigadistas mexicanos entonando el Himno Nacional y el rescate de un perrito en el multifamiliar de Tlalpan terminó por “enamorar” a miles de personas.
¿Qué es lo que nos llamó tanto la atención del equipo japonés?
“Pienso que le impresionó al público la dedicación, la seriedad y el orden. Los rescatistas japoneses son muy competentes, certificados por las Naciones Unidas, con mucha experiencia, también con equipos tecnológicos de vanguardia”, comenta en entrevista telefónica con EL UNIVERSAL Carlos Fernando Almada , Embajador de México en Japón .
El escritor Aurelio Asiain , quien vive en Japón desde hace más de una década y está interesado en la cultura japonesa desde hace unos 30 años, supone que los mexicanos nos sorprendimos“porque el orden estricto y la fervorosa disciplina parecen en México extraordinarios porque ahí son excepcionales, mientras que en Japón esos dos pares de conceptos son dos pleonasmos”.
Desde la perspectiva de mexicano viviendo en Japón, al Embajador Almada , quien inició funciones diplomáticas en ese país en 2015, le sorprende “el orden y la limpieza, la cortesía. Todos los viajeros de todos los tiempos han destacado esa característica, el orden. También la disciplina, la puntualidad en todo momento”.
Asiain admira sobre todo la sensibilidad japonesa y “también me parecen admirables la continuidad de las tradiciones y el disciplinado fervor que las sostiene. Lo cual sería inexplicable, desde luego, sin la sólida cohesión de la sociedad japonesa”. Le asombran además las formas de trato social y los rituales.
Ese orden, respeto y disciplina, reflejado en hechos, nos dice por ejemplo que Japón es uno de los países más seguros del mundo. Según “ The Economist ”, en esa nación hay una tasa de 0.3 homicidios por cada cien mil habitantes, la tasa de delitos va a la baja desde hace 13 años y en 2015 sólo se registró una muerte con arma de fuego.
Como miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), Japón tiene una tasa de criminalidad de 9.9 %. No es que no ocurran robos, pero en las calles japonesas es común, por ejemplo, ver bicicletas estacionadas sin ninguna protección, bolsos y celulares en mesas de restaurantes sin que sus dueños estén cerca.
Durante la crisis por el devastador tsunami de 2011, en Japón no hubo ola de saqueos. “El pueblo podrá superar este momento desafortunado cuidándose los unos a los otros”, fue el mensaje del emperador Akihito para su gente, ordenada y organizada.
Quizá sea el reflejo de la idea de la prevalencia del bienestar colectivo por encima del individual que rige la conducta japonesa. “El respeto a las normas de convivencia civilizada, que implican no violentar ni el tiempo ni el espacio del otro, no tomar como privado lo público, no hacer público lo privado. La preeminencia de los actos sobre las intenciones”, como explica Asiain.
Las lecciones.
Más allá del revuelo causado por la labor de la brigada japonesa, algunas lecciones podrían quedar después de su visita. Asiain apunta que la disciplina, el orden, la precisión “son fruto de la educación y de una política de estado. No son rasgos de la naturaleza japonesa; son creaciones sociales. No son, tampoco, como rasgos colectivos, tan antiguos. A mediados del siglo XIX los occidentales se quejaban de la impuntualidad japonesa. Desde hace décadas, la puntualidad de los trenes japoneses se mide en segundos, no en minutos como en el resto del mundo”.
Para el Embajador Almada, la prevención es factor de aprendizaje tras esta experiencia y la cooperación con Japón seguirá siendo clave. “Hemos estado trabajando con el gobierno de Japón no sólo en las tareas inmediatas de rescate, sino también en búsqueda de apoyo japonés para la reconstrucción y la prevención”, indicó el funcionario, quien también dijo que en próximos días expertos japoneses viajarán a México para apoyar en esas labores.
En opinión de Asiain, la previsión es algo que se podría aprender del modelo japonés. Sin embargo, señala que “la sólida cohesión de la sociedad japonesa, la preparación para enfrentar los desastres y el respeto por el otro son frutos de una larga e intensa labor educativa que, desde luego, no se limita a las aulas. Empieza por el ejemplo. En nuestro caso, ¿qué labor educativa puede dar frutos cuando el presidente de la nación y su gabinete no leen, no tienen integridad moral, carecen de empatía, no entienden lo que es un conflicto de interés, no se reconocen como corruptos y lo son cada día, públicamente?”
¿Nuestra realidad permite que las características positivas de la sociedad japonesa se adapten?
“Bueno, lo que tendríamos que hacer es cambiar nuestra realidad”, concluye Asiain.