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Con el financiamiento de un millón de dólares por parte de la iniciativa privada se podría estudiar y monitorear mejor la brecha sísmica de Guerrero, lo que permitiría medir la deformación de la corteza continental, la sismicidad en el fondo del mar y la magnitud de un siguiente terremoto, señaló el doctor Víctor Manuel Cruz Atienza, investigador titular del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“Nos permitirá medir con mucha más precisión la deformación de la corteza terrestre y por lo tanto el potencial sísmico. Es decir, podremos medir con mucha más precisión el tamaño que puede tener el siguiente terremoto. Podríamos generar posibles escenarios y mitigar el riesgo. Una vez instalados los equipos, los resultados podrían verse en un año”, señaló
En México, el investigador lidera el proyecto Evaluación del peligro asociado a grandes terremotos y tsunamis en las costas del Pacífico mexicano para la mitigación de desastres, el cual trabaja en conjunto con la Universidad de Kioto. El objetivo es reducir el riesgo ante futuros terremotos y tsunamis en la brecha sísmica de Guerrero, una porción de la zona de subducción mexicana en donde no ha ocurrido un sismo mayor en más de 100 años, al menos en el segmento entre Acapulco y Papanoa.
El investigador del Departamento de Sismología del Instituto de Geofísica de la UNAM señaló que esta brecha es un segmento maduro que podría eventualmente romper en un sismo grande. Aunque no se sepa cuándo puede ocurrir, estimó que podría ser en un futuro no tan lejano.
“Nuestra obligación, como investigadores, es lograr cuantificar el potencial sísmico de la brecha, es decir, el tamaño del terremoto y generar los escenarios de ruptura asociados para cuantificar el peligro: qué tan grandes serían las sacudidas del suelo producto del sismo o qué tan grandes serían los tsunamis derivados”, dijo el especialista y autor del libro Los sismos: una amenaza cotidiana.
La investigación que realiza México en conjunto con Japón lleva dos años y se calcula que finalicé en 2021. Pero los datos oceánicos se van a recoger en marzo o abril de 2018, en un viaje que se realizará en el buque oceanográfico de la UNAM.
“Se ha instalado la red de instrumentos en el fondo del mar en la brecha. Se trata de una red sismo-geodésica, es decir, hay tantos sismómetros como sensores que permiten medir la deformación lenta del continente”.
Dijo que esto nunca se había hecho en ninguna parte del mundo, son aparatos muy sofisticados y que la red está complementada por instrumentos en tierra.
Es una red anfibia, parte está en la tierra y la otra en el mar, lo que permitirá generar todos estos escenarios para luego estimar el peligro y diseñar estrategias de prevención especificas con psicólogos y con especialistas de protección civil.