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Bruselas. —A pesar de perseguir intereses particulares, la sucursal de la Cosa Nostra en Namibia, la Mafia de la Arena de la India, los boryokudan de Japón y los cárteles de México, tienen un enemigo en común: los periodistas interesados en investigar sus negocios.

Como resultado de seguirle la pista a los grupos delictivos, incluyendo los clanes rusos, brasileños y maldivos, por lo menos 30 periodistas han sido asesinados desde 2017 a la fecha, sostiene Reporteros sin Fronteras (RSF) en un informe en el que aborda amenazas, retos y opciones que enfrentan los periodistas que siguen la pista de la mafia, los cárteles y el crimen organizado.

México encabeza la lista con al menos 13 asesinados perpetrados por grupos presuntamente pertenecientes a la mafia; seguido por Brasil, con cuatro; Colombia y Ecuador, con tres; Honduras, India, Eslovaquia, Maldivas, Rusia y Malta, con uno respectivamente.

A esta lista habría que añadir cinco casos de intento de asesinato, así como numerosas agresiones y amenazas de grupos involucrados en piratería, extorsión, secuestro, trata, préstamos usureros, recolección de basura y desvío de ayudas de la Unión Europea.

“De Pekín a Moscú, de Tijuana a Bogotá, de Malta a Eslovaquia, los periodistas de investigación que abordan cuestiones relacionadas con la mafia provocan la ira de los capos, que si algo tienen en común es aborrecer la publicidad, al menos la que ellos no controlan”, indica el documento.

“Los padrinos, muy susceptibles cuando está en juego su imagen, no dudan en castigar duramente a aquellos que luchan contra la corrupción empuñando la pluma. Para ellos, quien dice la verdad merece morir”, agrega el texto que incluye testimonios de periodistas en riesgo, como la albanesa Alida Tota, el japonés Mizoguchi Atsushi y el mexicano Ismael Bojórquez.

La investigación titulada Los periodistas, la pesadilla de la mafia, fue elaborada por el reportero de investigación Frédéric Ploquin y publicada ayer por RSF en París.

El estudio pone el acento en la situación en México, “donde hay regiones enteras que están en manos de los narcotraficantes”. Señala que desde 2012 al menos 32 periodistas mexicanos han sido asesinados por los cárteles.

A los cuatro asesinatos registrados en lo que va del presente año, “podrían sumarse al menos cuatro casos de periodistas que aún se están investigando. Este número, de por sí preocupante, podría incrementarse debido a que en este país los mafiosos y los políticos se mezclan o se alían para hacer callar a los periodistas”.

El informe resalta que “el pulpo [para hacer callar a los periodistas] ha extendido sus tentáculos por todo el planeta”. El virus incluso ya ha comenzado a contaminar a Europa, en donde el cerco de la mafia se estrecha.

En menos de un año, tres países europeos han sido golpeados en su derecho al libre ejercicio de libertad de expresión, cobrando la vida, entre otros, de Jan Kuciak, asesinado en febrero pasado durante una investigación sobre la implantación en Eslovenia de la mafia Ndrangheta.

En Italia, durante 2017 el Ministerio del Interior proporcionó medidas de protección a 196 periodistas. En la actualidad, RSF estima que una decena de reporteros italianos cuenta con “una fuerte protección policiaca las 24 horas”, entre ellos, Paolo Borrometi, quien se ha especializado en la mafia siciliana.

Más allá de Europa y Latinoamérica, en Japón, los yakuzas están imponiendo el silencio en algunas redacciones, mientras que en Camboya y Tailandia la prensa enfrenta a los grupos delictivos dedicados al negocio ilícito de materias primas. La “mafia de la madera” camboyana “le ha hecho la vida imposible desde 2000 a May Titthara, redactor en jefe de Khmer Times.

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