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Miguel Ángel Félix Gallardo, “El Jefe de Jefes”
, marcó un antes y un después en la historia del narcotráfico en México .
Se convirtió en el zar de la cocaína al ser el primero en traficarla a Estados Unidos ; inauguró los contactos con los narcos colombianos; diseñó y controló las principales rutas de trasiego de droga en el país.
Los policías que le detuvieron y que lo custodiaron se referían a él como un “caballero”, por su trato.
Nacido en 1946 en Culiacán, Sinaloa, el también apodado como “El Padrino” estuvo en la extinta Policía Judicial Federal cuando era joven, y después se desempeñó como escolta de los hijos del ex gobernador de Sinaloa, Rodolfo Sánchez Celis, quien gobernó la entidad de 1963 a 1968.
Fue heredero del imperio que a sangre y fuego construyera el temido narcotraficante Pedro Avilés. En la década de los 70 y 80 alcanzó la cima como el capo más poderoso de México, cambiando la operación del narcotráfico, ya que antes de que irrumpiera en la escena criminal sólo se transportaba marihuana y amapola al vecino país del norte.
Logró tejer alianzas con el violento líder del cártel de Medellín, Pablo Escobar Gaviria y con el rico y afamado criminal hondureño, Ramón Matta Ballesteros.
Es tío de Sandra Ávila Beltrán, conocida como la "Reina del Pacífico", además se le vincula familiarmente con los hermanos Arellano Félix, fundadores del cártel de Tijuana, pero hasta el momento no reconoce parentesco con ellos.
Mientras la marihuana la controlaba Rafael Caro Quintero en una de las puntas del Triángulo Dorado (Chihuahua), el otro vértice le correspondía a los herederos de Jaime Herrera Nevares; es decir, a sus siete hermanos y cuatro hermanas; así como a todos sus nietos, hoy encargados de la goma de opio y heroína, en Durango.
El tercer punto del triángulo lo detentaba Miguel Ángel Félix quien en ese entonces ya era socio de Pablo Escobar. El acercamiento entre ambos fue por el narcotraficante hondureño Ramón Matta Ballesteros. La alianza se suscribió en 1984.
Eran los tiempos de Ronald Reagan en Estados Unidos y también la efervescencia guerrillera en Centroamérica. Los inicios de la expansión de la cocaína en México.
El tiempo pasó, por años el negocio se fue a las nubes, hasta el 8 de abril de 1989 cuando es detenido Félix Gallardo en una de sus residencias en Guadalajara. Con todo el poder en sus manos por ser el zar de la cocaína en México dirigía desde prisión, pero al entrar en funciones el primer penal de máxima seguridad en Almoloya de Juárez, Estado de México, se acabó su reinado.
Tras la caída de Miguel Ángel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero “El Narco de Narcos” y Ernesto Fonseca Carrillo “Don Neto” asumieron el liderazgo del cártel de Guadalajara. Todos bajo la misma escuela de Pedro Avilés Pérez el pionero de la droga en el país.
Ahí también estaba Héctor El Güero Palma, uno de los más cercanos a Félix Gallardo, y Joaquín “El Chapo” Guzmán que comenzaba a tomar notoriedad en los años de 1980.
Félix Gallardo se sintió traicionado al enterarse que “El Güero” Palma buscaba hacer su propio negocio de las drogas; ese fue el detonante del primer rompimiento que dio origen a dos cárteles entre 1989 y 1990, el de Tijuana de los Arellano Félix y el de Sinaloa encabezado por Héctor Palma, Joaquín Guzmán Loera y al que se sumarían Ismael “El Mayo” Zambada, Juan José Esparragoza “El Azul” e Ignacio “Nacho” Coronel, que dejó el cártel de Juárez de Amado Carrillo Fuentes “El Señor de
los Cielos”.
Caro Quintero, Fonseca Carrillo y Félix Gallardo fueron a prisión por el secuestro y homicidio de agente de la DEA, Enrique Camarena Salazar y el piloto, Alfredo Zavala Avelar.
El camino quedó libre para el recién conformado cártel de Sinaloa.