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María Elena Álvarez-Buylla Roces
, considerada una de las más importantes defensoras de las variedades nativas de maíz en México , fue galardonada con el Premio Nacional de Ciencias , máxima presea con la que el Estado mexicano reconoce aportaciones científicas a la nación. Hoy, Álvarez-Buylla Roces recibió el premio de manos del Presidente Enrique Peña Nieto .
Desde su área de especialidad en mecanismos de genética molecular y evolución de mecanismos de desarrollo en plantas, pigenética, desarrollo y ecología, su trabajo ha sido fundamental para comprender la liberación de maíz transgénico en México, el cual, en su opinión, es un riesgo “inaceptable” para la agricultura campesina y la diversidad de maíz nativo.
Al dar a conocer su nombre como una de las ganadoras del Premio Nacional de Ciencias 2017 en el campo de Ciencias Físico-Matemáticas y Naturales, la Secretaría de Educación Pública (SEP) reconoció “su aportación a la comprensión de la dispersión de los transgenes de las variedades nativas del maíz y su contribución al entendimiento de la progresión del cáncer epitelial”.
“Sus investigaciones se han enfocado a estudiar y conservar la diversidad de los recursos biológicos de nuestro país con énfasis en las plantas cultivadas, principalmente, el maíz, contribuyendo a la bioseguridad de este cereal fundamental en nuestro país, vinculándose a las problemáticas socio-ambientales”, reconoció el gobierno federal.
Una de sus grandes preocupaciones ha sido promover una ciencia comprometida con la sociedad y el ambiente, por lo cual participó en la delegación mexicana de Pugwash, organización para promover una ciencia crítica y antibélica que ganó el Premio Nobel de la Paz en 1995.
Es una de las fundadoras de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad , concentrada en la responsabilidad ética y el compromiso socio-ambiental de la ciencia.
Un ejemplo de la importancia de su trabajo en la vida cotidiana de los mexicanos fue el artículo que publicó en 2017 en la revista “ Agroecology and Sustainable Food Systems ”, artículo que revela que el 90.4% de las tortillas que se consumen en México contienen secuencias de maíz transgénico, así como 82% de las tostadas, harinas, cereales y botanas de este grano.
Los científicos obtuvieron muestras de los alimentos hechos de maiz que se venden en el supermercado y los productos de maiz que se venden en las tortillerías. Compararon ambos y el resultado fue que las tortillas artesanales, hechas en locales foráneos, presentan una frecuencia menor en transgenes y no presentaron glifosato .
“Más del 85% del maíz transgénico que se produce en Estados Unidos es tolerante al glifosato, que es rociado sobre los maíces transgénicos que lo toleran, penetra en las plantas y llega a los granos producidos en el país”, dijeron.
“No esperábamos estos datos tan impactantes, porque el maíz transgénico no está permitido en México a campo abierto, pues está en proceso una demanda colectiva que lo impide desde 2013, año en que se aplicó una medida precautoria que prohibía su siembra mientras duraba el proceso legal”, comentó en su momento.
Licenciada en Biología, y maestra en ciencias con especialidad en Ecología Vegetal en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), obtuvo la medalla “Gabino Barreda” y con ella, la institución reconoce a los alumnos sobresalientes de licenciatura, maestría y doctorado.
En la Universidad de California cursó el doctorado en Botánica, en Berkeley, y tuvo una estancia post doctoral en La Jolla. Desde 1992 es investigadora en el Instituto de Ecología de la UNAM, y cofundadora del Centro de Ciencias de la Complejidad de esa Institución.
Integrante de un linaje de distinguidos científicos que llegaron al país durante el exilio español, su abuelo materno, Wenceslao Roces, historiador, filósofo y abogado, fue expulsado de España durante la dictadura franquista; se le reconocen sus aportaciones al desarrollo de la izquierda en México al traducir al castellano la obra de Carlos Marx.
Su padre, Ramón Álvarez Buylla, fue médico, fisiólogo e histólogo. Nació en España y murió exiliado en México, donde desarrolló su carrera y llegó a ser director del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav), mientras que su madre, Elena Roces, también exiliada de la dictadura franquista, fue una destacada bióloga.
Su hermano, el neurobiólogo Arturo Álvarez Buylla-Roces, obtuvo el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2011 por sus hallazgos sobre el nacimiento de las neuronas, o neurogénesis y su migración a diferentes partes del cerebro.
etp