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Josué Rodolfo empezó a trabajar como recolector de basura siendo aún adolescente; los accidentes son parte de su oficio y con frecuencia sufre cortaduras con latas o vidrios y hasta se ha pinchado los dedos con alguna una jeringa que desecharon sin tapar.

Con 36 años en el oficio, Josué ha barrido las calles de muchas colonias de la Ciudad de México; sin embargo, actualmente ha extremado cuidados en su salud porque cubre el área conocida como “zona de hospitales” en Tlalpan.

“Desgraciadamente, buena parte de la gente que vive en esta zona es población flotante porque viene a recibir atención médica por días o semanas y se va. No tiene la costumbre de separar los residuos y a uno le toca batallar con eso”, manifestó Josué.

Su jornada inicia a las seis de la mañana. Limpia las calles aledañas a los hospitales y recoge basura de los vecinos. Mientras levanta una bolsa con desechos tirada en el camellón, Josué comenta que aunque hay separación para los residuos de hospitales conocidos como biológico-infecciosos, los pequeños consultorios ubicados sobre la calzada de Tlalpan, así como la gente que tiene enfermos en casa, suelen darle sus sobrantes de curación revueltos con la basura común.

El servicio de limpia de la Ciudad de México cuenta con personal de sanidad que lleva a cabo campañas de vacunación dos veces al año, para evitar que Josué y sus compañeros se contagien de alguna enfermedad. No obstante, un pequeño accidente con una aguja puede traerles consecuencias graves.

“Nos dan la basura con jeringas y gasas con sangre. Sé de compañeros que por accidente se han contagiado de infecciones, como hepatitis y sida. Yo le digo a la gente que vaya a los hospitales a dejar sus desechos o de menos nos avise, porque su descuido pone en riesgo nuestras vidas”, refiere.

Durante la recolección de desechos a Josué Rodolfo le ha tocado encontrar objetos de valior y hasta dinero en efectivo, pero asegura que en 1994, mientras trabajaba en la entonces delegación Cuauhtémoc, entre la basura halló el cadáver de un hombre.

“Hace unos días, el camión recolector cerca de mi casa encontró el cuerpecito de un bebé en una bolsa, hasta salió en las noticias. En estos casos de miembros humanos, fetos o cadáveres tenemos que dar parte a la policía”, agregó.

Las personas suelen ser intolerantes o groseras, reclama Josué, al pedirles que separen la basura correctamente. “No es tan difícil: los orgánicos por una parte, los inorgánicos en otro bote y si tienen enfermos en casa, pues que nos digan que lleva material de curación”, finalizó el trabajador.

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