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Eryx tiene nueve años, su coeficiente intelectual es de 130 y se considera un niño sobredotado. Aunque en su familia no hay ningún médico, él sueña en convertirse en uno y especializarse en neurología y cardiología, su anhelo es poder contribuir a que todos los mexicanos tengan buena salud.

El Día del Niño lo celebró en compañía de compañeros de la escuela en un salón de fiestas y espera que, en casa, sus papás le regalen muchos Legos con los que puede despertar su creatividad, puesto que sus favoritos son el Lego técnico y el Mindstorsms, porque tienen partes que se pueden programar y a él le gusta hacer eso.

Ser niño genio no ha sido tan fácil. Recuerda que en su anterior escuela los niños le hacían burla y lo molestaban porque todo el tiempo quería participar, incluso los maestros le pedían que no se adelantara con respecto a los otros alumnos.

El bullying no cesó, por el contrario, no había día que no le hicieran maldades “por ser inteligente”, entonces sus padres decidieron buscar y aplicarle las pruebas que permiten saber si un niño es “sobredotado”; ahí descubrieron que su IQ era más elevado que el de los demás y optaron por cambiarlo de escuela.

Cursa sexto grado de primaria, sus clases y el ritmo de aprendizaje han cambiado, ahora sus materias favoritas son matemáticas, física y ciencias médicas porque le están enseñando acerca de las bacterias, los microorganismos y cómo combatirlos; reconoce que es complicado, “pero todo el esfuerzo vale la pena”.

También cuenta que está aprendiendo inglés, “porque es el lenguaje universal” y chino mandarín, “porque cuando viaje a un lugar donde se hable ese idioma, podré entender”; dejó el francés hace poco, pero quiere retomarlo, entre risas dice que el español lo domina bien.

Cuenta que esta escuela, el Centro de Atención al Talento, le gusta más que la anterior, en la otra no se adaptaba y aquí sus amigos no lo molestan, “todos son genios y me dejan avanzar”.

El hobbie favorito de Eryx es estudiar y aprender en cada momento de su vida, a la escuela entra a las ocho de la mañana y sale a las siete de la noche, pero eso no es suficiente, en sus tiempos libres disfruta de una buena lectura.

No tiene un programa o caricatura favorita porque no es común que esté frente al televisor, cuando llega a hacerlo opta por ver documentales; recién terminó de ver uno en donde se intenta descubrir el origen del universo: “Se me hizo interesante porque había cosas que yo no sabía y siempre quiero aprender”.

Para él, ser un niño genio es no sólo interesarse en jugar, y eso no significa que no se divierta, sino aprender y estudiar, para poder sacar todo su potencial.

Sus días son largos, inician a las cinco de la mañana, cuando despierta. Una vez que desayuna y se alista para las clases, sale de casa acompañado de su papá, quien trabaja en la Ciudad de México. El camino dura poco más de dos horas, puesto que su casa se ubica en Toluca, Estado de México.

El tiempo que Eryx pasa en el automóvil lo usa para leer, estudiar, preparar exposiciones y también para jugar o dormir un poco.

Pese a la excursión diaria, dice que no extraña su antigua escuela porque aquí aprende algo nuevo todos los días y los maestros no lo limitan: “Nunca me dicen que ya no avance”, tampoco extraña las burlas de sus compañeros.

El joven comenta que la educación en el país no es tan variada y “no está muy bien”, quisiera que todas las escuelas fueran iguales, en donde los niños tengan la oportunidad de explotar su potencial y en donde los profesores se den el tiempo de enseñar.

En la escuela, además de sus amigos, convive con Juan y Pepé, el primero es un esqueleto de plástico con el que aprenden sobre el cuerpo humano y el otro es un hombre en el que se aprecian todos los órganos.

Su salón es pequeño, no más de 12 niños conforman la clase. Todos prestan atención al profesor que explica todo acerca del corazón, qué es, cómo funciona, y enfermedades que le aquejan. Eryx levanta la mano en un par de ocasiones, no le apena participar.

El recreo es uno de sus momentos favoritos del día, puede comer y descansar un poco. Si por él fuera, comería aceitunas todos los días, aunque no es un platillo en sí, el niño de nueve años así lo considera. Su segunda comida favorita es la carne y sus diferentes cortes, en específico la arrachera.

Como Eryx quiere estudiar medicina, se ha interesado en investigar sobre el cuerpo humano y en estos momentos está realizando una investigación sobre el caos que se vive en el organismo de los seres humanos: “Mi objetivo es que se deje de pensar que el cuerpo es una máquina”, dice.

El niño olvidó la pena de ser entrevistado y con voz clara y firme relató que su trabajo consiste en aplicar modelos matemáticos “y hacer descubrimientos que aporten a la ciencia y a la salud”. Con las manos extendidas, dice que los sistemas caóticos presentan alta sensibilidad, un pequeño cambio produce un gran efecto, “algo como el efecto mariposa”.

Al salir de las aulas, espera a su papá, el regreso a casa es más complicado, “quizá porque se da cuenta del tráfico”, algo que relaciona con sus investigaciones sobre el caos.

Aunque otros niños le digan que su vida se le va en estudiar, Eryx dice que sabe divertirse, además de crear figuras con sus Legos, le gusta jugar con carros, construir pistas y poner a prueba los distintos modelos de autos que tiene. Los deportes también forman parte de su vida, el ciclismo es su favorito.

Entre los personajes que más admira se encuentra el cineasta estadunidense George Lucas, su respeto nació porque cree que el creador de la saga fílmica Star Wars tiene mucha imaginación y “me inspira a hacer ese tipo de cosas”.

Por consecuencia, sus películas favoritas son Star Wars, en especial la de Una nueva esperanza, porque asegura que su contenido está mejor relatado.

Antes de despedirse, Eryx le pide a todos los niños del país que disfruten su día: “Que se la pasen bien” y traten de aprender algo nuevo todos los días, que estudien y se diviertan porque hacer las dos cosas, es posible.

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