Más Información
Migrantes de otras nacionalidades deben de ser repatriados a sus países, no a México: Sheinbaum; “no los vamos a dejar solos”, dice
Salinas Pliego y el peculiar regalo de Navidad que le pidió a Santa Claus; "lo demás me lo puedo comprar yo"
Luigi Mangione se declara inocente por asesinato del CEO de United Healthcare; abogada acusa “teorías jurídicas contradictorias”
Trump declarará a cárteles como organizaciones terroristas; "fui muy duro con México, hablé con la nueva presidenta"
justiciaysociedad@eluniversal.com.mx
Rodolfo Echeverría sobrevivió a un interrogatorio que le hizo Miguel Nazar Haro, días después del 2 de octubre de 1968.
El activista, quien actualmente tiene 82 años, asegura que su “delito” fue pertenecer a la militancia del Partido Comunista Mexicano (PCM) durante el sexenio del ex presidente Gustavo Díaz Ordaz y haber apoyado al movimiento estudiantil.
La noche del 3 de enero de 1969, el jefe de la policía secreta mexicana vio a Rodolfo con sus ojos fríos y mirada “de acero”. Luego de observarlo, el jefe con un golpe le volteó la cara al joven y le subrayó: “¡Nosotros somos dueños del Derecho!”.
“La policía me detuvo y me llevó a un hotel de la Ciudad de México, en la noche llegó Miguel Nazar Haro a interrogarme sobre la relación del partido con Lucio Cabañas. Me preguntó: ‘A ver, dinos cómo pusiste las bombas en el edificio del PRI y de la CTM’ que habían colocado en diciembre de 1968. Cometí el error de decirle que no tenía derecho a preguntarme eso, me dio un golpe en la cara y me dijo: ‘¿Cómo que no tengo derecho? ¡Si somos los dueños del Derecho!’”, cuenta.
En un segundo encuentro, Nazar Haro llegó con un paquete de unas 50 tarjetas con información detallada de su vida privada: nombre completo, hora y lugar de nacimiento, dónde estudió, y qué actividades realizaba. Le mostró una declaración en la que reconocía estos datos; al no encontrar delito, Rodolfo Echeverría, integrante del PCM, entonces con 32 años, firmó.
Lo acusaron de 10 delitos: invitación a la rebelión, asociación delictuosa, sedición, daño en propiedad ajena, ataques a las vías de comunicación, robo, despojo, acopio de armas, homicidio y lesiones.
“Agarraron un paquete y nos metieron ahí a todos. Era muy cómodo simplemente acusar con base en los antecedentes políticos de cada quien”, dice.
Rodolfo recuerda en entrevista con EL UNIVERSAL en su casa de Atlixco, Puebla, los momentos posteriores a su encarcelamiento en Lecumberri, donde permaneció dos años, 11 meses y 17 días.
A los 82 años perdió el ojo izquierdo y el oído derecho y se encuentra a la espera de una cirugía que le restaure movilidad en la pierna derecha.
Su memoria de lo que fueron esos días permanece intacta y es así como recuerda que la policía política lo identificó como miembro del PCM porque entraba y salía de Lecumberri para llevarle información a Gerardo Unzueta Lorenzana, integrante del partido y preso en esa cárcel.
Después de 50 años, Rodolfo es una de las dos víctimas reconocidas oficialmente que le exige al Estado mexicano aceptar su participación en los hechos del 2 de octubre de 1968, que quede establecido jurídicamente, y que le entregue una compensación económica como reparación del daño.
“¿Cómo van a repararme a mí tres años de cárcel? ¿Con una disculpa? No. Son tres años en los que mi familia pasó por angustia y problemas, tres años de encarcelamiento injusto que reclama un derecho. Si el Estado mexicano reconoce que cometió esas faltas, tiene que reponer esto”, dijo.