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En la sala de espera sus familiares pensaban que no habría mayor riesgo, la joven pareja había acudido a todas sus citas con el médico y durante el embarazo no se presentó ninguna complicación, pero cinco horas después Sarahí estaba muerta. Su cuerpo se desangró al parir a un varón.
En México, en promedio, mueren tres mujeres al día por causas relacionadas con el parto y posparto. De 2007 a 2017 se registraron 11 mil 650 muertes maternas; 30%, es decir, 3 mil 432, vivían en alguna de las zonas rurales del país, de acuerdo con datos de la Secretaría de Salud (Ssa).
“La muerte materna tiene un rostro de pobreza. Los más vulnerables son los grupos sociales que tienen menos acceso a unidades médicas de manera expedita”, asegura Hilda E. Argüello, miembro del Observatorio de Mortalidad Materna.
“Las muertes maternas se pueden prevenir, porque tienen que ver con cosas que el sistema de Salud pudo prever en su momento y dar una atención adecuada”, explica Isabel Fulda Graue, coordinadora de investigación de Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE).
Aunque los esfuerzos del gobierno se han enfocado en que toda mujer embarazada en México esté afiliada al seguro médico, esto tampoco garantiza que no perderán la vida. De las más de 11 mil muertes registradas, siete de cada 10 estaban inscritas a algún seguro médico del Estado, según los datos abiertos del sector Salud.
Pendientes del gobierno
México formó parte de los más de 150 países que en el 2000 firmaron los Objetivos de Desarrollo del Milenio propuestos por la Organización de la Naciones Unidas (ONU).
“Se ha avanzado con la reducción de la mortalidad materna en el país. Pasamos de 49 a 34 y tenemos una cifra preliminar de 30 para 2018, aunque aún no es la oficial.
“[Actualmente] nos vamos a enfocar en toda la población indígena y en donde tenemos la mayor razón de muerte materna”, explica Erika Paola García Flores, directora de Atención de Salud Materna y Perinatal de la Secretaría de Salud, en entrevista con
EL UNIVERSAL.
Una de las tareas más complicadas es lograr una política integral para mitigar la mortalidad materna en el país porque cada estado tiene sus particularidades y avanza de forma distinta, asegura García Flores. Esto ha hecho que México esté lejos de cumplir con los estándares internacionales.
“Es un problema tan complejo que se requiere analizar cada situación de forma muy específica, ni siquiera estado por estado, incluso hacerlo hospital por hospital”, asegura Fulda Graue de GIRE.
Aunque las políticas públicas de los últimos años se han enfocado en programas sociales y convenios en el sector Salud, lo que sigue fallando es la implementación. La corrupción y la desigualdad han hecho que este problema persista, comenta Fulda Graue.
Los minutos que se perdieron
Cinco horas, ese fue el tiempo que la familia de Sarahí permaneció en la sala de espera sin ninguna noticia. El miedo no se reflejaba en sus rostros, la joven había pasado nueve meses de total normalidad.
Observaron a una enfermera acercarse y pedir que firmaran una responsiva: “Le vamos a quitar la matriz porque está muy mal”. Fue el primer balde de agua fría.
En ese cuarto nadie sabía que Sarahí se estaba desangrando. A mi sobrina le dieron seis infartos y se le abrió la herida de una cesárea anterior, cuenta Claudia, tía de la joven y quien fue la última persona que la vio con vida. La gravedad de la hemorragia hizo que los médicos la trasladaran a una clínica de especialidades que se localizaba a unos cuantos minutos. Ahí, Sarahí murió. Un infarto fue lo último que su cuerpo soportó.
El día que la familia esperaba con alegría se convirtió en uno de los recuerdos más dolorosos. Ahora en casa están dos niños que junto a su padre se preguntan las causas de por qué su madre no volvió.