politica@eluniversal.com.mx

Tijuana, B.C.— Hace casi dos meses que abandonaron su hogar. Se lanzaron a la aventura bajo aquel mito del sueño americano. Atrás quedó la familia, una patria y comenzó la búsqueda de la tranquilidad, la seguridad y el crecimiento.

Hoy viven hacinados, aguantando inclemencias, hambre, buscando ropa que les acomode y a expensas de contraer cualquier enfermedad.

Son más de 6 mil integrantes de la caravana migrante, aquella que partió desde Honduras el 13 de octubre pasado, se internó en México por la fuerza podría decirse, y de ahí cruzó Chiapas, Oaxaca, Veracruz, la Ciudad de México, Querétaro, Jalisco y llegó a Baja California pasada la primera quincena de noviembre.

La caravana se ha reducido en número. El 25 de noviembre pasado, los migrantes se envalentonaron y quisieron desafiar al gobierno de Estados Unidos, pero fueron frenados con gases lacrimógenos y balas de goma.

A la mayoría no les quedó más que continuar en territorio mexicano. En la frontera de México-Estados Unidos, la que cruza por Tijuana, se apostaron unos 6 mil 500 centroamericanos.

Su primera morada fue la Unidad Deportiva Benito Juárez, pero el lugar les quedó pequeño. La gente se salió a la calle a dormir en tiendas de campaña, en colchonetas.

La decisión de las autoridades fue mover de lugar a la caravana. El antiguo centro de espectáculos El Barretal es su nuevo hogar desde el pasado 29 de noviembre.

Son 11 mil 524 metros cuadrados en donde los centroamericanos han formado una ciudad en donde conviven unas 2 mil 700 personas.

Para entrar hay que registrarse y apenas se cruza la entrada se topa uno con carpas de un lado y otro. Y ahí están gran cantidad de oficinas de organismos internacionales, un módulo de atención para asesorar a quienes quieren pedir asilo en Estados Unidos y otro de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).

También rondan elementos del Instituto Nacional de Migración (INM), del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), las policías Federal y estatal, y organizaciones civiles.

Se venden cigarros, dulces, hay quien prepara comida y la promueve. Ha sido improvisado un lugar como ludoteca para que los menores se distraigan. Se acondicionó un espacio para la foto del recuerdo, es gratis.

Los baños bien separados: mujeres, niñas, niños y hombres. La distribución de comida también es ordenada.

En el patio se improvisa una minicancha de futbol y se oye música.

También hay un espacio para las peleas. Un joven en estado inconveniente se hace de palabras con otro y terminan golpeándose. Pablo, el agresor, es detenido por la Policía Federal, pero ello genera un enfrentamiento verbal. Lo llevan a una oficina improvisada en donde se aplica la ley.

Así pasa la vida para esas personas que pueden salir del albergue y regresar. Algunos han decidido pedir dinero en la calle.

Tienen tres opciones: pueden solicitar refugio en nuestro país y trabajar de manera legal mientras el trámite sigue su curso, solicitar una visa humanitaria en Estados Unidos, o regresarse a su país.

De acuerdo con autoridades mexicanas, hay 3 mil 200 solicitudes de refugio en proceso de revisión. De éstas, 320 se tramitaron en Tijuana, 92 en Mexicali y el resto en Tapachula, Chiapas.

No hay un censo exacto por parte de las autoridades de los migrantes que permanecen en El Barretal y en general, de los que llegaron con la caravana. El conteo apenas empezará. Por ahora se cree que al menos unos 2 mil 400 centroamericanos lograron pasar a Estados Unidos. Quizá algunos fueron detenidos, otros lograron la travesía y algunos más esperan el asilo.

La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP por sus siglas en inglés), informó que la Patrulla Fronteriza realizó 25 mil 172 arrestos durante noviembre pasado, 78% más en comparación con 2017. Se detuvo a 5 mil 283 menores que viajaron solos, 33% más que el año anterior.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses