Nombres de periodistas, escritores y músicos de México están apareciendo estos días en las redes sociales. Y no es en relación con su trabajo de cara al público.
Con las etiquetas #MeTooMúsicosMexicanos, #MeTooEscritoresMexicanos o #MeTooPeriodistasMexicanos, decenas de mujeres están denunciando casos de abuso o acoso sexual supuestamente perpetrados por hombres que trabajan en esos sectores.
Este rebrote en México del movimiento #MeToo (#YoTambién), que eclosionó en Estados Unidos en 2017 a raíz de la ola de denuncias contra el productor de cine Harvey Weinstein, está ahora en el centro del debate tras el suicidio el pasado lunes del músico Armando Vega Gil, cofundador del grupo de rock Botellita de Jerez.
En su mensaje de despedida, Vega Gil vinculó su decisión de suicidarse con el hecho de haber sido acusado de acosar a una menor. La denuncia contra el músico fue presentada anónimamente en la cuenta @metoomusicamx.
Si bien el propio Vega Gil escribió que su decisión era "voluntaria, consciente, libre y personal", algunas personas alertaron del riesgo de caer en un escenario de "escraches" o linchamientos públicos de trágicas consecuencias.
Marta Lamas, doctora en Antropología por el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) e involucrada desde 1971 en el movimiento feminista, compartió con BBC Mundo sus reflexiones sobre este debate.
Cambio cultural
"Yo creo que los #metoo mexicanos, como los de otras partes, lo que nos están hablando es de la existencia de una cantidad de prácticas nefastas de abusos y acoso", expone.
"Hay muchos tipos de denuncias, hay denuncias más serias, hay denuncias anónimas -de las que yo discrepo- y hay denuncias que son hasta una frivolidad; hay una mezcolanza.
"Pero al decir basta ya con el acoso, lo que están diciendo las mujeres es basta ya de prepotencia machista, basta ya de desigualdad, basta ya de una serie de prácticas laborales muy perversas, de poner a las compañeras a trabajar y ellos apropiarse del trabajo, de condicionar el empleo a los favores sexuales".
Para Lamas, se está produciendo un cambio cultural en el que "usos y costumbres de la galantería de antes, como los piropos o cierto tipo de actitudes como robar un beso, etc. son absolutamente rechazados en esta generación de chicas más jóvenes".
"Creo que estamos presenciando una mutación en las relaciones heterosexuales de mujeres y hombres, no sé si eso está pasando también en las relaciones lesbianas o en las relaciones gays, pero esta nueva sensibilidad y este nuevo clima están muy claros ".
Panorama complejo
La antropóloga mexicana advierte sobre el riesgo de caer en simplificaciones.
"Hay un rechazo muy legítimo a cierto tipo de requerimientos con un lenguaje obsceno o soez, pero de repente también hay mucha hipersusceptibilidad con respecto a cosas que, desde mis esquemas, son una galantería o son actos inocentes de connotación sexual.
"Veo ese panorama complejo, creo siempre que las denuncias, para ser realmente eficaces, tienen que ser hechas con mucho cuidado. El problema en México es que hay una deficiencia institucional muy fuerte respecto a los mecanismos y canales para denunciar", reconoce.
"Sí creo que lo que se está denunciando es real y que existe, que se le ha dado muy poca atención por parte de las instituciones donde ocurre. Creo que hay una negación institucional a esto que deriva de complicidades culturales machistas entre los hombres, que no les parece grave o que es el amigo o que son los usos y costumbres...
"En ese sentido, la irrupción de estos metoos está poniendo en la mesa de la discusión una problemática que las instituciones van a tener que abordar".
Las denuncias anónimas
En febrero de 2018, la actriz mexicana Karla Souza contó, en entrevista con la periodista Carmen Aristegui, que en los inicios de su carrera fue violada por un director de cine, a quien no mencionó por su nombre.
En contraposición, las denuncias que se están produciendo actualmente mantienen a la víctima en el anonimato y destapan al presunto agresor.
"A mí me parece que las denuncias anónimas deberían ser el último recurso, es el famoso linchamiento o escracheo, pero creo que en varios casos ha sido el primer recurso, eso me parece muy complicado", señala Lamas.
"En ese sentido sí creo que hay que hacer un esfuerzo por que las denuncias se hagan a la cara, creo que esa fue también la fuerza del #MeToo en EE.UU., donde sale un grupo de actrices muy conocidas con toda la protección que les da su fama mediática a hacer una denuncia que además luego fue investigada formalmente.
"Creo que las denuncias anónimas tienen una complejidad, es un arma de dos filos y la verdad no tengo idea de cómo eso se va a resolver", añade.
Por su parte, varias de las mujeres que han hecho sus denuncias en redes sociales dijeron que esta fue la mejor manera de actuar porque desconfían del sistema legal del país, y el anonimato hace que se sientan relativamente seguras.
https://twitter.com/HolaSoyChantal/status/1112967153848856576
A Marta Lamas no se le escapa esta deficiencia del sistema, pero al mismo tiempo defiende la necesidad de preservar la presunción de inocencia de los acusados.
"Las autoridades tendrán que ver qué es lo que se puede hacer, hay denuncias anónimas en el marco del narcotráfico, si alguien sabe que un narcotraficante estuvo en una cafetería puede hablar anónimamente y denunciarlo, pero para una cosa tan compleja y con tantas aristas como puede ser una denuncia de este tipo yo sí creo que debe haber una intervención pedagógica mucho más amplia.
"Más que permitir la denuncia anónima, se trata de ir a la raíz de por qué hay denuncias anónimas, que suele ser por una ausencia de mecanismos o porque la figura que se quiere denunciar es muy poderosa, etc., y tratar de abordar esa problemática.
"Lo que necesitamos es una transformación cultural también, y las transformaciones culturales requieren conversaciones públicas y debate público, que se hable de estos temas como para que la gente empiece a cambiar las ideas y las creencias que tienen sobre los problemas", indica.
Polarización del debate
El debate actual pone de manifiesto las diferencias de opinión que persisten en relación con este tema.
"Yo creo que la polarización nunca ayuda, no sirve para entender la complejidad del problema ni sirve para establecer salidas", apunta Lamas.
"Creo que se pueden reprobar muchos de los actos que se están denunciando sin necesidad de buscar un castigo brutal, creo que hay la posibilidad también de que quienes han hecho ese tipo de actos se avergüencen de lo que han hecho, ofrezcan una disculpa, creo que tenemos que abrir la cabeza a ver que hay otros caminos para resolver esta problemática.
"Muchas veces los hombres que actúan de maneras ahora repudiadas lo hacen también porque están acostumbrados, en una cultura como la nuestra, a que a las mujeres se las conquista, que las mujeres se hacen las difíciles y que hay que insistir.
"Creo que esas son las reglas que están cambiando y que lo que hay que hacer es que se den cuenta del cambio y que podamos establecer otro tipo de reglas, algo que ya están haciendo las chicas más jóvenes.
"Sí hay un cambio cultural en camino, en proceso, el problema es que ese cambio cultural va a tener víctimas no solamente de un lado sino también del otro".
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