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A 25 años de la ejecución del cardenal Jesús Posadas Ocampo, la Procuraduría General de la República (PGR) no ha logrado ninguna sentencia judicial condenatoria por el homicidio, lo que le ha impedido cerrar la investigación, abierta desde 1993.
El caso es considerado un “monumento a la impunidad” a decir de especialistas y abogados involucrados en la investigación consultados por EL UNIVERSAL. Para representantes de la Iglesia católica, como el arzobispo emérito de Guadalajara Juan Sandoval Íñiguez, el asesinato fue un “crimen de Estado” que hoy permanece sin sentencia para los responsables.
La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) confió en que el caso “algún día se esclarezca, para que podamos seguir construyendo caminos para un México más justo y fraterno”.
La PGR mantiene la tesis de que el jerarca católico fue víctima del fuego cruzado entre los grupos criminales de los Arellano Félix y de Joaquín El Chapo Guzmán, que el 24 de mayo de 1993 se enfrentaron en la terminal aérea de la ciudad de Guadalajara con armas largas. A partir de esos hechos El Chapo Guzmán se convirtió en el capo más buscado de México.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Sandoval Íñiguez insiste en que “el caso está resuelto. La Iglesia ya sabe quién fue y por qué fue, y está expresado en tres libros. Consulte el último libro Los chacales y allí está la respuesta. Lo que pasa es que a ningún criminal lo sentenciaron, ni lo van a sentenciar nunca. Lo que queríamos saber de parte de la Iglesia ya lo sabemos.
“Fue un crimen de Estado; está dicho por los mismos mafiosos; por ejemplo, las declaraciones de Benjamín Arellano (uno de los líderes del cártel de los Arellano Félix) del 15 de abril de 2011 (…) Está declarado ministerialmente que al cardenal Posadas lo mató la Policía Judicial al mando de León Aragón por indicaciones de [Jorge] Carpizo [entonces procurador General de la República], pero como a Carpizo ya lo desaparecieron de este mundo de una manera misteriosa en una operación que le iban a hacer de una hernia inguinal ahí se cortó la investigación. Pero ya sabemos que lo mató el gobierno, que fue un crimen de Estado”.
El asesinato
El 24 de mayo de 1993, casi a las 15:45 horas, el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo arribó al estacionamiento del Aeropuerto Internacional Miguel Hidalgo de la capital de Jalisco para recibir al entonces nuncio apostólico en México, Girolamo Prigione.
Previamente a la primera ráfaga de disparos se escuchó el grito: “¡Ya llegó, ahí está, es él!” e inmediatamente ejecutaron al arzobispo, según las investigaciones de la PGR.
El cardenal recibió 14 disparos, mientras que su chofer nueve; el auto en el que viajaba era un Grand Marquis blanco, parecido al de El Chapo Guzmán, dato que los gatilleros de los Arellano Félix conocían. Estos se percataron de la presencia del vehículo y se dirigieron a él. Por los dos costados, el auto fue atacado simultáneamente con armas AR-15 y AK-47. Se recogieron 78 casquillos en el estacionamiento del aeropuerto, según el expediente de la investigación.
José Antonio Ortega Sánchez, representante legal de la Arquidiócesis de Guadalajara en el caso, dijo que a la fecha han sido detenidas más de 50 personas vinculadas con los hechos, pero no hay ningún sentenciado. Detalló que en 2014 la PGR reconoció en una respuesta a un oficio que ninguna persona había sido sentenciada.
“Para nosotros el asunto sigue impune, con una averiguación previa abierta (1132/93) en la coordinación general de la PGR”, sentenció. Ortega Sánchez, actual titular del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública, pidió a las autoridades “voluntad política” para aclarar el asesinato del cardenal, porque es un pendiente, un hecho importante para la Iglesia.
El abogado afirmó que el cardenal tenía una misión muy clara, por la información que le fue entregada sobre el “involucramiento de autoridades con el narcotráfico. Tenía información del peligro que venía sobre Guadalajara y sobre México, y al paso de los años la situación se deterioró y cada vez más se impone el poder destructor del narcotráfico”.
Señaló que “la línea de la confusión que ha seguido la PGR se ha venido desacreditando y no hay todavía una conclusión de la averiguación previa que se pueda traducir en una consignación con presuntos responsables, que han sido señalados”.
Fernando Guzmán Pérez, quien presidió la comisión sobre el caso del homicidio del cardenal en la LIX Legislatura de la Cámara de Diputados, afirmó que este fue un crimen de Estado y que a 25 años no existe ninguna persona consignada, y es “un monumento a la impunidad”, pese a toda la información que se ha aportado a un expediente de más de 100 tomos con innumerables elementos. Seis titulares de la PGR investigaron el caso.
“Realmente es un monumento a la impunidad el caso del crimen del cardenal, y a 25 años de distancia no hay una sentencia firmada por nadie y el asunto está consignado a los tribunales de una manera donde no ha procedido a pesar de toda la documentación y pruebas que se han presentado que acreditan que no se trató de una confusión ni que Posadas estuvo en el lugar equivocado. Fue una ejecución directa con premeditación, alevosía y ventaja en la que a menos de un metro le dieron 14 tiros en un hecho ocurrido a plena luz”, afirmó.
Guzmán Pérez, quien junto con el arzobispo Juan Sandoval y el abogado José Antonio Ortega conformaron un grupo de seguimiento paralelo a la comisión especial que trabajó en la Cámara de Diputados, subrayó que el caso que ha llevado la PGR durante varias administraciones “es una colección de irregularidades, arbitrariedades y manipulación del expediente, por lo que se anularon en 2009 las sentencias que había, tratando de adjudicar crimen a gatilleros de los Arellano Félix. Fue el Tribunal Superior de Justicia el que ordenó la anulación de esas sentencias”, dijo.
Fernando Guzmán acusó que fue “un invento lo del ‘Nintendo’ que el procurador Carpizo quiso poner por delante para desviar la atención de la realidad. Más aun, ante declaraciones del médico Jesús Mario Rivas Souza, quien realizó una necropsia a Posadas Ocampo en la que rechazó la versión de Carpizo del fuego cruzado y que el homicidio fue una confusión”.
Más preguntas que respuestas
Para Elio Masferrer, investigador de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), en el asesinato del cardenal Posadas Ocampo siempre hubo “más preguntas que respuestas” puesto que ha prevalecido la opacidad y hasta la fecha no hay ningún responsable del crimen.
Recordó que el prelado denunció problemas como el narcotráfico y su crecimiento en el país, la corrupción, la violencia y la inseguridad.
Tras el asesinato del cardenal de Guadalajara, añadió, se presentó una reconfiguración en el interior de la Iglesia católica en la que la corriente de la “teología de la prosperidad”, que es la preferencia por los ricos, cobró fuerza, con figuras como el arzobispo Juan Sandoval Íñiguez, quien sustituyó a Posadas Ocampo, el cardenal Norberto Rivera Carrera quien llegó a la Arquidiócesis de México dos años después de este crimen.