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Culiacán, Sin.— Fausto “N”, de 71 años y con ocho hijos, fue un hombre de trabajo y de carácter fuerte. Por casi tres décadas atendió con uno de sus hijos su panadería, ubicada en el callejón del Rastro número 931, en el centro de Guasave. Una cirugía en su rodilla izquierda, practicada a fines de 2008, lo llevó con el paso de los años al suicidio.
El domingo pasado, cansado de haber peregrinado por diversas instancias y que su queja de haber tenido 20 operaciones y haber perdido la pierna por una supuesta negligencia médica no fuera escuchada, se instaló en su silla de ruedas en la entrada de la Clínica 32 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y se disparó tres veces.
La delegación del IMSS en Sinaloa lamentó el fallecimiento de Fausto “N” y rechazó las especulaciones que imputan responsabilidad al Instituto.
Mediante un comunicado, afirmó que desde 2007 el paciente era atendido de manera regular por distintos padecimientos y tenía el diagnóstico de depresión mayor, por lo que recibía atención del área de psiquiatría, entre otras especialidades.
Uno de sus hijos, Damián Darío “N”, de 32 años, quien hasta el año pasado ayudó a su padre en la elaboración de pan para distribuirlo en comunidades rurales, no entiende qué lo llevó a privarse de la vida de esa forma.
Fausto, nacido en una comunidad rural del municipio de Guasave, una de las zonas agrícolas más importantes del estado, desde muy pequeño se incorporó a las actividades de siembra, por lo que era un hombre de complexión robusta.
En su juventud, convertido en comerciante de dulces, formó una primera familia en la que tuvo dos hijos; la mayor es Sulena “N”, de 49 años.
A los 39 años incursionó en la elaboración de pan, por lo que instaló su propio horno en la parte posterior del nuevo hogar que formó con la señora Lorena “N”, con quien procreó tres hijos; el mayor se convirtió con el tiempo en su brazo derecho.
Su familia se resiste a ser grabada o fotografiada a raíz de la tragedia que enlutó su hogar tras el suicidio de Fausto, quien de forma esporádica recibía atención siquiátrica en una de las clínicas del IMSS en Culiacán.
Él manejaba su auto Nissan para trasladarse, en compañía de su esposa, a sus citas médicas a la capital del estado, porque la clínica 32 de Guasave no dispone de esa especialidad para la atención de sus derechohabientes.
Su viuda e hijos conservan un grueso expediente clínico desde el 9 de noviembre de 2008, año en que le diagnosticaron un desgaste en la rodilla izquierda en el Centro Médico de Especialidades del Noroeste, con sede en Obregón, Sonora.
Los fuertes dolores que sentía se volvieron cada vez más agresivos, por lo que el señor Fausto, a la edad de 61 años, se tuvo que someter a una primera cirugía en la que le implantaron una prótesis.
Por cuatro años más, el paciente del Seguro Social tuvo varios ingresos a nuevas cirugías en su rodilla izquierda, puesto que los intensos dolores lo obligaban a mantener la pierna de forma rígida.
Un nuevo dictamen médico, emitido en octubre de 2008, estableció que presentaba inestabilidad y retención de la prótesis en su rodilla izquierda, por lo que requería que se la retiraran en el Centro de Especialidades del Noroeste.
En octubre de 2012, en compañía de su único hermano, Humberto “N”, Fausto fue internado nuevamente en este hospital del Seguro Social, a donde viajó conduciendo su vehículo por sí mismo.
Su nueva cirugía se complicó días después con una fuerte infección que llevó a los médicos a amputarle la pierna.
Humberto “N” contó que su hermano entró caminando, con dolores en su rodilla, al Centro Médico y salió sin una de sus piernas a causa de que una bacteria lo atacó por el descuido que hay en la limpieza de las salas de operación.
Damián Darío “N”, hijo del finado, comentó que a raíz de la pérdida de su pierna, el negocio de su padre comenzó a decaer puesto que la familia tenía que acompañarlo de forma continua a sus visitas médicas, hasta que tuvieron que cerrar la panadería definitivamente el año pasado.
Su expediente clínico, cuya copia conserva la familia, asienta que a Fausto, de 71 años, se le practicó una nueva cirugía en el tronco de la pierna amputada, por lo que estuvo internado como paciente en la cama número 305 de ese centro de especialidades.
Su familia recuerda que el 26 de enero de 2017 fue la última vez que él cedió volver a ser hospitalizado.
Al hijo mayor de su segundo matrimonio no le permitieron ver el cadáver de su padre, del cual le revelaron en la funeraria que presentaba tres impactos de bala: dos en el tórax y uno en la cabeza.
En sus piernas se encontró una copia de su largo historial médico y una carta, cuyo contenido se desconoce, dirigida al gobierno federal.
“Lo venció la negligencia médica de la que fue víctima y el silencio que guardaron las diversas instancias a las que acudió en busca de justicia”, aseveró su hijo.
Con cualquier persona que le preguntaba por la pérdida de su pierna, se quejaba de las autoridades del IMSS, de la Comisión de Arbitraje Médico y de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, a las cuales acusaba de negligentes y faltas de sensibilidad.
Juan José Ríos Estavillo, fiscal general del estado, dijo que se abrió una carpeta de investigación sobre el aparente suicidio.
Señaló que se practican peritajes de balística y forenses para cotejar las versiones que se tienen sobre el hecho que tuvo lugar la mañana del domingo pasado.