Aquel día, Roberto fue a visitar a su amigo Mario, quien vivía en El Colli, en Zapopan, Jalisco. Eran las siete de la noche y platicaba con otros dos amigos afuera de una finca, cuando Antonio pasó en su auto blanco y se detuvo para saludar. Hacía algunos meses que Roberto no veía a sus conocidos, puesto que él había pasado tres meses recluido en el penal de Puente Grande, pero tenía pocos días de estar libre.

Antonio le preguntó por el distanciamiento y Roberto le contó que estuvo en prisión. Además, el ex convicto tenía problemas con su familia por la falta de dinero, porque no contaba con un empleo.

Antonio no perdió la oportunidad para ofrecerle un trato, a fin de que Roberto si hiciera de efectivo: irían a robar un vehículo y le pagaría 15 mil pesos.

“Quedó en pasar por mí en una hora afuera de la casa de Mario. A las ocho estaba en la esquina, cuando me recogió en su auto blanco. Antonio no conducía, era otra persona que nunca había visto (…), yo me senté en el asiento de atrás”, narró.

Cruzaron el Periférico y siguieron rumbo al oriente, en ese momento Antonio le pidió a Roberto que se pasara a otro vehículo, una camioneta vieja en la que viajaban dos tipos más. De nuevo se sentó atrás. “Eran unos compas, como de 25 años, no decían ni una palabra”. Llegaron a la Colonia Paseos del Sol, en Zapopan, cuando el piloto le ordenó que descendiera del automóvil.

Eran las 21:30 horas cuando Juan, la víctima, acababa de llegar a su casa en esa colonia a bordo de una camioneta modelo 2017. En el instante en que ingresó a la cochera llegaron dos sujetos, uno de ellos con el rostro cubierto y un arma de fuego. Era Antonio. —¡Dame todo lo que traigas! —le exigió a Juan y lo hincó en una esquina.

Le arrebató las llaves de la camioneta y se las dio a Roberto. —¡Súbete a la camioneta y sácala! —le ordenó. Afuera de la cochera subió de nuevo Antonio y arrancaron hacia el Periférico. Cuando se habían ido, Juan aprovechó para pedir ayuda al servicio de geolocalización que tenía contratado y al 911, a quienes les explicó lo sucedido.

Ya en el Periférico, Antonio le pidió a Roberto que se detuviera y que siguiera solo hacia el sur, le dijo que en un momento le llamaría. Sobre la marcha, le marcó poco después al celular y le indicó que con la aplicación de mapas pusiera como destino el municipio de Autlán y que se dirigiera hacia allá. “Me dijo que al pasar el crucero de Ameca ya la camioneta sería nuestra”.

Hacia la una de la mañana le volvió a llamar para preguntarle cuánta gasolina tenía. Era un cuarto de tanque, por lo que le indicó que se detuviera en una estación de servicio para cargar, ahí, no había despachadores.

—Ahí espérate, ahorita te van a llevar gasolina, están cerca —le aseguró Antonio.

Quienes llegaron a los pocos minutos fueron policías, le pidieron que bajara de la camioneta porque tenía reporte de robo.

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