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Entre batucadas y silbidos, arribó la peregrinación del Grupo Metropolitano de Payasos a la Basílica de Guadalupe para agradecer por su trabajo y salud.
Procedentes de distintas delegaciones y municipios, los más de 800 payasos gritaron porras mientras sostenían sus imágenes de la Guadalupana .
Desde minutos antes de las 12 del día, los payasos comenzaron a reunirse en la Glorieta de Peralvillo para partir hacia la Basílica.
Ataviados con sus pelucas de colores fosforescentes, disfraces con diamantina y estrellas, los más de 800 payasos avanzaron sobre la Calzada de Guadalupe.
“Yo si le voy a Lupita, yo si le voy le voy a Lupita”, coreaban.
Algunos acompañados de sus familias, desde el más chico hasta el más grande, todos estaban disfrazados y con pelucas.
Sin importar el calor, Coquín avanzó toda la peregrinación con su traje relleno de hule espuma que simulaba una gran musculatura; peluca roja y gafas con cristal verde complementaban su look.
“Vengo a darle gracias a la virgencita porque todo el año tuve trabajo, por mi salud y la de mi familia. Cada año vengo a la peregrinación porque eso hace que me vaya bien y no falte el pan en mi casa”, dijo.
Coquin lleva más de 30 años de payaso. Lo que más le gusta de su oficio es hacer reír a la gente, trabaja en fiestas infantiles y vive en Xochimilco.
Una vez que los payasos llegaron a la Basílica de Guadalupe, se ofició una misa en la que se pidió que nunca les falte el trabajo.
“Que dios los siga dotando de gracias para hacer reír a la población”, se pidió en el recinto.