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En el marco de la celebración del Día de Muertos , el cardenal Norberto Rivera llamó a compartir sus bienes con quienes no los tienen.
Señaló que al término de la vida humana no podremos sacar nada de lo que tenemos cuando salgamos de este mundo.
"Así lo recordaremos en el próximo Día de los Muertos pero, mientras estemos en este mundo, mientras vivimos, sí podemos compartir algunos de nuestros bienes con aquellos que no han podido entrar al banquete de esta vida", dijo.
Este será el "pasaporte para que nosotros entremos al reino de los cielos".
Recordó que "somos muy hábiles para poner pretextos, escondites y escapatorias para no ayudar a nuestro prójimo" y exhortó a los fieles a recordar, como la parábola del buen samaritano, que el prójimo no solo son las personas cercanas, sino aquellos que no tienen quien los defienda "como los extranjeros, las viudas, los huérfanos, los indigentes".
"El primer y principal prójimo no son los cercanos, es el pobre. El amor a Dios se va a manifestar, se va a realizar, amando a los pobres", señaló.
EL DÍA DE MUERTOS
Esta semana el periódico católico Desde la Fe dedicó su edición a la celebración del Día de Muertos , en la cual recomienda no ofrecer comida los Espíritus de los difuntos puesto que señala que "los alimentos son para satisfacer el hambre del cuerpo del cuerpo ya ha muerto no necesite de alimentos ni tampoco de otros elementos como vestido o medicina".
Reconoce que la tradición de ofrecer alimentos a los Espíritus de los familiares con personas queridas que fallecieron proviene de una mezcla entre las creencias prehispánicas y las cristianas, al igual que considerar que el día primero de noviembre los espíritus de los niños visitan la tierra y el 2 de noviembre la visitan los espíritus de los adultos, a quienes con ofrendas en el hogar.
En este sentido pide que las ofrendas que se pongan sea para rendir un homenaje a las personas que fallecieron dar gracias por el bien que hicieron en la tierra y orar por ellos, "pero no para que se alimenten y sacien su hambre".
"La biblia nos enseña que después de la muerte, los difuntos inician otra vida distinta en la que ya no necesitan alimento ni bebida. Al estar cerca de la plenitud de Dios, no necesitan viajar como almas tristes, solas y hambrientas", señala.