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La calle Ámsterdam, en la colonia Hipódromo Condesa, ha sido abandonada poco a poco por sus vecinos y visitantes. En algunos tramos, donde antes del 19 de septiembre circulaban carros, ahora están los campamentos de los militares que vigilan que nadie entre a los edificios con riesgo de colapso. Aunque aún hay corredores en la zona, muchos otros inquilinos aprovechan cualquier oportunidad para llevarse sus pertenencias en camiones de mudanza.
En el 232 de Ámsterdam, los vecinos de los 14 departamentos desalojan el edificio de uno en uno, porque así se los recomendó Protección Civil.
Ana Cristina Navarrete, de 34 años, rentaba en el sexto piso, hasta que tembló y el edificio quedó en la lista del gobierno capitalino como uno de los dañados. “Fue muy fuerte. La Condesa es una colonia que se caracteriza por convivencia y paseos, pero eso se tradujo en una zona complicada. Aquí, en el edificio, quedamos en medio de cuatro derrumbes”.
Tras 10 días, algunos negocios sobre su calle han abierto al público y la gente se reúne para charlar. “Yo sí veo a muchas personas que regresaron a su normalidad, pero habemos muchos otros que no. Me da gusto ver que por lo menos había un ambiente en ocasiones pretencioso en la Condesa, pero ver la solidaridad me enseñó una buena cara de la colonia”.
Ana tiene el plan de regresar al 232 cuando lo remodelen. “A mí me interesa regresar a este edificio, pero no sé si se va a poder. Yo quiero regresar a este edificio porque es mi casa”.
Más adelante, casi esquina con Laredo, espera Luis de la Rosa. El edificio donde trabajaba es uno de los contiguos al 171, donde murieron cinco personas. Después del sismo, lo único que vio fue una cortina de humo en la calle. Buscó a sus compañeros de trabajo y se fue a casa. Ahora, los 60 empleados de la compañía trabajan desde su casa. “Antes había mucha gente en la calle. Al menos dos personas fumando sobre la acera, ahora está solo”.
Por seguridad, los trabajadores desalojaron el edificio y algunos inquilinos también. A un lado, aún permanece la planta baja de lo que fue el inmueble número 171, con algunos muebles arrumbados. Los dos edificios contiguos están deshabitados ante la amenaza de que se desplomen.
A poco más de 10 pasos hay dos edificios vacíos, uno de ellos con vidrios rotos y una inclinación hacia la izquierda.
Más adelante, el encargado de un estacionamiento aseguró que la presencia de la gente en la calle, incluso de quienes guardaban sus carros en ese lugar, han bajado: “La verdad está muy triste. La Condesa ya no es lo que era”.