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politica@eluniversal.com.mx
En la carretera Peñón-Texcoco un letrero hecho con tezontle rojo y piedras blancas indica “NAIM”, Con el paso de los días ha quedado en el abandono. La yerba que crece entre sus letras y los cactus que alguna vez lo adornaron están a punto de morir.
A 34 días del inicio del gobierno federal, la obra del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) en Texcoco comienza a extinguirse. Del frenesí cotidiano con la entrada y salida de cientos de camiones por sus puertas ahora la vida del proyecto se extingue.
El ruido de docenas de excavadoras que hasta hace unos meses era la constante hoy sólo es un recuerdo. En la construcción sólo se observan unas cuantas máquinas que parecieran aferrarse a la tierra salitrosa para no irse y continuar con la megaconstrucción.
Al igual que ellas, sólo se ve a una veintena de trabajadores que con sus uniformes fosforescentes resaltan en el paisaje árido, algo muy distinto de cuando un ejército de cientos de personas laboraban en esta obra de más de 5 mil hectáreas desde antes del alba.
Una señal con la figura de un hombre trabajando marca la entrada de la puerta 7. Un policía del Estado de México afirma con voz titubeante que “no puede dar ninguna declaración” cuando se le pregunta si concluirán las labores o si seguirán trabajando.
Son las 16:00 horas y en 50 metros a la redonda se observa a unos 30 trabajadores que siguen su labor. Irónicamente, frente a un espectacular que indica: “Aquí se construye el Nuevo Aeropuerto Internacional de México”, justo en ese momento un avión que despegó del Aeropuerto Internacional Benito Juárez pasa encima de él.
A unos 20 metros, cinco obreros remachan las varillas de un pilar de lo que sería parte de una vialidad que conectaría al proyecto aeroportuario con la Peñón-Texcoco, como si no les importara que unas horas antes Javier Jiménez Espriú, titular de Comunicaciones y Transportes (SCT), declarara que las obras estaban canceladas desde el pasado 27 de diciembre.
Uno de los pocos trabajadores que salen de la obra dice que no les han dicho nada de parar su trabajo. “Yo seguiré hasta donde me digan. Mientras, no me han dicho nada, yo veo que siguen trabajando”, ataja. Pero cuando se le pregunta si ha habido una disminución de trabajadores, afirma titubeante: “no sé”, y rápidamente sube a su auto y se va.
Casi en el borde de la autopista el tronco de un eucalipto mantiene, apenas pegados con cinta adhesiva, dos anuncios de vacantes en otras construcciones ubicadas en Puebla y Texcoco, como si fuera un aviso de que en este lugar la fuente de trabajo ya terminó hace tiempo.
“Tenemos nuevos salarios y beneficios, incluyendo un bono adicional al salario. Forma parte del equipo con más experiencia, eficiencia y excelencia”, detalla el aviso.
Son las 17:00 horas y las máquinas paran anunciando el fin de la jornada diaria. Poco a poco los trabajadores salen con lentitud, como queriendo no abandonar la obra en la que por casi tres años se laboró para construir el NAIM, que este jueves fuera declarado oficialmente cancelado.
“¿Mañana vas a venir a trabajar?”, se le pregunta a un obrero que sale de la obra, a lo que sólo responde con un “espero”.
Ahí, en la reja de la puerta 8 hay un anuncio, fijado con remaches y alambre galvanizado que reza: “Si te interesa trabajar en el NAIM acude al módulo de bolsa de trabajo”. Ya nadie lo mira.
La luz del día se va extinguiendo y con ella el proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de México en Texcoco.