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“Papi, ¿por qué la cabeza de Gael es muy chiquita?”, preguntó Zoé a su papá, el niño de tres años no es consciente de que su hermano nació con microcefalia debido a que su mamá tuvo zika durante su embarazo. Citlalic Rivas es una de las 6 mil 942 mujeres mexicanas que contrajeron esa enfermedad durante su embarazo, su hijo, de ahora 10 meses de edad, no está contabilizado entre los 21 que nacieron con síndromes congénitos por este mal en el país, porque ella tuvo su parto en Estados Unidos y apenas pudo dar de alta a Gael en el ISSSTE.
Era septiembre de 2016 y la joven que es educadora de profesión tenía nueve semanas de gestación cuando se contagió del virus propagado por el mosquito aedes aegypti.
La escuela en la que trabaja se localiza en Jalisco, pero ella vive en Colima, todos los días entra y sale de ambas entidades.
Los fines de semana los pasaba en casa de sus suegros porque la suya aún estaba en construcción. Un sábado, su cuñada le informó que dos de sus sobrinos tenían zika o lo sospechaban, pero no había nada confirmado.
Citlalic decidió atender su embarazo en un hospital privado y no fue hasta los siete meses que su ginecóloga le dijo que el ultrasonido revelaba que la cabeza de su hijo tenía una diferencia de tamaño respecto al cuerpo de al menos cinco semanas, que podría tratarse de microcefalia y era difícil que el parto pudiera lograrse con éxito.
La futura madre se asustó y se sometió a una serie de estudios para medir el cuerpo y los órganos del bebé.
“Tu niño se ve mal, el cerebro no se ve muy bien desarrollado, pero su cuerpo está bien al igual que sus órganos, menos la cabeza”, fue lo único que la ginecóloga le dijo.
Pocas esperanzas al bebé
En marzo, la paciente comentó con su doctora de cabecera que se iría a Estados Unidos para tener a su hijo y necesitaba una carta para que le dieran permiso de volar, como respuesta obtuvo un: “No te recomiendo que viajes porque tu bebé no va a vivir, si lo vas a tener, mejor ve al ISSSTE porque no vale la pena que gastes en un médico privado”.
Una segunda opinión convenció a Citlalic de lo contrario y viajó al país vecino, de donde es originaria. Llegó el 20 de marzo y el 8 de abril Gael estaba en sus brazos. De inicio ella y su familia pensaron que ningún médico se querría hacer cargo de su parto, pero no fue así.
El ginecólogo que la atendió le planteó la idea de hacer una cesárea porque no sabían en qué condiciones estaba el bebé, pero el día que planearon la cirugía, los dolores vencieron a Citlalic y tuvo a su hijo de manera natural.
Llevaron al recién nacido a una incubadora para revisarlo y después lo trasladaron al Hospital Infantil de Los Ángeles para poder hacer los estudios pertinentes y confirmar si tenía microcefalia o no. Los análisis detallaron que en la placenta había presencia del virus de zika. El diagnóstico fue de lisencefalia o cerebro liso, condición derivada de la microcefalia asociada a zika.
“Los doctores nos dijeron que tendría una vida difícil, que no iba a poder comer sólidos, que iba a tener retraso mental muy severo, que lo más probable es que no podría caminar, todo lo peor que te pueden decir”, indicó.
En cuanto a la comida, el niño puede ingerir sólidos y no hace uso de una sonda gástrica que les advirtieron que podría necesitar: “Come muy bien, es muy tranquilo, duerme bien, reacciona ante nosotros que le platicamos, nos sonríe, es muy sociable, pensaba que iba a ser más cerrado, vivir en su mundo, pero no”.
Gael no ha sido atendido en el sector de salud público porque no tenía su acta de nacimiento y CURP, por ello, sus padres lo llevaban con una neuropediatra de Colima, el costo por consulta es de 600 pesos y cuando le mandan estudios clínicos, pagan hasta 2 mil pesos.
Lo llevan a terapias para que tenga un mejor desarrollo neuronal, en ellas gastan 300 pesos por hora y son dos sesiones a la semana: “Es un gasto que va mermando nuestra economía y que podemos ahorrar si lo llevamos al ISSSTE”, afirma.
Los papás de Gael esperan que la atención en el instituto de salud sea de primer nivel y que los apoyen con las terapias para el desarrollo óptimo del menor de edad.
La joven no sabe si su caso pasó a la dirección de epidemiología del país que contabiliza los casos de zika en mujeres embarazadas. Relató que el último día que fue a consulta en el hospital le dijeron que su expediente estaba perdido y lo encontraron en epidemiología, pero no la buscaron para dar seguimiento.
A otras madres de familia Citlalic les pide que estén al pendiente de su salud y no tomen nada a la ligera: “Recuerdo la primera vez que escuche de zika, una amiga me dijo que se estaban enfermando las personas por zika y que las embarazadas se debían cuidar mucho más; me dio risa, pensé que estaba exagerando, pero vi que no”.
Aconseja a las embarazadas no bajar la guardia, usar playeras de manga larga, evitar dejar recipientes con agua que puedan servir como criaderos de mosquitos, usar repelentes y seguir todas las recomendaciones que hacen con respecto a la prevención para no contraer el virus, a quienes viven un caso similar los invita a seguir adelante y a pelear porque sus hijos reciban una atención sanitaria de calidad y mucho amor.
“No me puedo echar a llorar mi desfortuna, tengo que echarle ganas, buscar soluciones y amar mucho a mis hijos que siempre me van a necesitar”, afirma.
En el país
Desde el 18 noviembre de 2015 cuando se reportó el primer caso de zika en el país, hasta la segunda semana de enero de 2018, se han contabilizado 11 mil 846 contagios, de los cuales, 6 mil 942 han ocurrido en mujeres en periodo de gestación, comentó a EL UNIVERSAL Juan Ismael Islas, subdirector de atención materna del Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva.
En Colima se registraron al menos 204 casos de mujeres embarazadas con esta enfermedad, entre ellas tendría que estar el expediente de Citlalic Rivas.
El funcionario sanitario detalló que hasta el momento se han reportado 21 pacientes recién nacidos que presentan afectaciones por virus zika, ocho con microcefalia, que están en proceso de reconfirmación o rechazo del diagnóstico y seis muertes asociadas a síndrome congénito por zika.
Al preguntarle sobre si los menores de edad atendidos en servicio privado también son contabilizados por la Dirección General de Epidemiología, aseguró que todos los casos que tienen sospecha de microcefalia por zika o de mujeres embarazadas con el virus deben notificarse por obligación y a partir de ahí se hace un seguimiento.
“Durante la gestación, primero hay que saber si las mujeres tienen infección por el virus de zika, una vez que se confirma, entonces se da seguimiento en todo el embarazo, cuando nace el bebé se tiene que hacer confirmación clínica de medición de cabeza, más la búsqueda de otro tipo de malformaciones congénitas”, comentó el especialista.
Explicó que entre los problemas más comunes se encuentran los auditivos y visuales más la microcefalia: “El tratamiento a seguir es una vigilancia por parte de neurología y pediatría para tratar de optimizar el desarrollo de estos bebés”.
Ismael Islas aseguró que en México no se bajará la guardia con relación al zika y se seguirá haciendo el conteo semanal: “Estas acciones no se suspenderán hasta que se considere que está controlado, pero se siguen presentado incrementos semana a semana, a lo mejor muy poco, pero hay y se tiene que seguir vigilando”.