Helioflores, caricaturista y colaborador de EL UNIVERSAL, es el ganador del segundo Premio de Caricatura Gabriel Vargas, informó la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México.

El próximo miércoles, en el Museo del Estanquillo Colecciones Carlos Monsiváis, será la entrega de este reconocimiento al caricaturistas nacido en Xalapa, Veracruz, en 1938.

A los 17 años comenzó a publicar sus dibujos en un diario local y es autor de una obra de caricatura política que cotidianamente se publica en las páginas de este diario.

Ha recibido algunos reconocimientos en el mundo de la caricatura. En 1971 y en 1988 obtuvo el Grand Prix de Canadá.

Arquitecto de profesión, estudió en la Universidad Veracruzana. De 1966 a 1967 vivió en Nueva York , donde estudió en The School of Visual Arts.

Honestidad para decir lo que realmente se piensa y creatividad para resolver una situación con base en el dibujo son las claves para una buena caricatura, en palabras de Helioflores.

A mediados de los años 50 comenzó a publicar sus caricaturas en periódicos.

Parte de su obra la reunió en 2011 en el libro Helioflores. 50 años de cartones, crítica y humor, que publicaron la Universidad Veracruzana y EL UNIVERSAL, donde aparecen sus cartones.

Observador de la realidad nacional, ha llevado a la caricatura a los personajes y acontecimientos de la realidad de México y el mundo.

Para Helioflores han sido precisamente los lectores los que han empujado los mayores cambios:

“Hoy hay más maneras de decir las cosas y de tratar a los personajes, menos censura, no nada más en la caricatura, sino en el periodismo. Ha habido un cambio logrado tanto por los periodistas como por los lectores, la prueba es que hay un tipo de periódicos más libre, a diferencia de periódicos que siguen al estilo antiguo de elogiar al poder y quedar siempre bien con los presidentes y gobernadores”, dijo en entrevista el caricaturista.

En 1986 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo. Otro de los libros del dibujante es Aventuras extravagantes del infante Patatús.

Disfruta su trabajo: “Soy privilegiado al poder hacer lo que me gusta y haber logrado continuar con ese gusto de los niños por dibujar”.

La transición más importante de su carrera no vino cuando en los años 60 se fue a estudiar a Nueva York , sino cuando pasó de preocuparse por la originalidad del dibujo para pensar en que el mensaje era lo principal y que para ello el dibujo era un instrumento.

“Sigo disfrutando la caricatura. Es un medio muy efectivo para comunicar ideas. Hacerla implica escoger el tema, resolver, tener la idea que quieres decir y transformarla en dibujo, preferentemente sin texto. Cada día tienes que seguir el ritual, todos los pasos, pero con el tiempo uno mismo tiene caminitos andados para no empezar de cero”, dice.

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