Más Información
"Postura de México no es cerrar fronteras sino tender puentes"; Claudia Sheinbaum responde a Trump tras llamada
“Sheinbaum acordó detener migración a través de México y hacia EU” afirma Trump; califica que llamada telefónica fue "productiva"
Equipo de Trump evalúa "invasión suave" a México; enviaría a agentes encubiertos a asesinar a líderes de cárteles, dice Rolling Stone
La tragedia, la muerte, el dolor y la vulnerabilidad de los damnificados por los sismos de septiembre en México son expuestos en una serie de grabados del pintor chiapaneco Enrique Díaz, quien ha donado algunas de esas obras a cambio de ayuda humanitaria en la actual situación de emergencia.
Los trazos vigorosos del artista originario de Jiquipilas, uno de los municipios más golpeados en Chiapas por el terremoto de 8.2 del 7 de septiembre, muestran el desgarramiento por las pérdidas humanas bajo los escombros, la destrucción del patrimonio y “el futuro truncado de raíz por la naturaleza.
“En otro sentido, las imágenes exaltan la unidad, la solidaridad y la esperanza de los mexicanos que han participado en la búsqueda y rescate de las víctimas y sobrevivientes atrapados entre los hierros, el concreto, la angustia y el miedo de morir”, describe Enrique Díaz, un creador que se ha involucrado también con su obra en las luchas del magisterio disidente, en contra de los feminicidio y en apoyo a los matrimonios igualitarios.
Del estremecimiento y la empatía que surgieron con el sismo que azotó a Chiapas y Oaxaca en la primera semana de septiembre y 12 días después con el segundo terremoto que cimbró a la Ciudad de México y estados vecinos, surgió el grabado que representa a los héroes anónimos y la memoria de las víctimas y lesionados.
El grabado Fuerza Chiapas refleja el vigor solidario de un hombre y una mujer que tiran de una soga para ayudar a una persona que está debajo de una casa caída.
El pintor comentó que las figuras “son muy limpias en blanco y negro para representar claramente la unidad que existe cuando suceden las catástrofes y cómo nuestra sociedad se une”. La línea de la pared son las bardas derruidas, que insinúan ruinas mayas como origen de nuestra raíz.
En otro grabado, Díaz delineó a una niña sentada con la mirada perdida ante un futuro, “de por sí incierto”, pero ahora más sola que nunca, ya que después de la tragedia poca gente se preocupa por los niños y sus mascotas.
“Después de un sismo la vida y los sueños infantiles nunca volverán a ser los mismos”, lamenta el artista.
Díaz grabó también el icónico puño cerrado y en alto, como símbolo del silencio que pedían los rescatistas para escuchar a los sobrevivientes atrapados y que también, según su concepción estética, funde el poder y la unidad del México unido y solidario.