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Tras la controversia que generó el Proyecto Guía de Triaje para la Asignación de Recursos de Medicina Crítica, publicado por el Consejo de Salubridad General (CSG), la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) emitió una serie de lineamientos bioéticos para atender a los pacientes que contraigan el virus.
Mediante el documento “Decir sí a la vida de todos”, la iglesia católica resaltó que la Academia Pontificia para la vida establece que ninguna vida vale más que la otra.
“Las condiciones de emergencia en las que se encuentran muchos países pueden llegar a obligar a los médicos a tomar decisiones dramáticas y lacerantes para racionar los recursos limitados. En ese momento, tras haber hecho todo lo posible para evitar el racionamiento, debe tenerse siempre presente que la decisión no se puede basar en una diferencia en el valor de la vida humana y la dignidad de cada persona, que siempre son iguales y valiosísimas”.
Los obispos mexicanos afirman que para decidir cómo utilizar los tratamientos de la mejor manera posible, con base en la gravedad de la enfermedad de los pacientes, de la necesidad de tratamiento y a la evaluación de los beneficios clínicos que el tratamiento puede lograr en términos de pronóstico no es suficiente tomar en cuenta factores como la edad.
“La edad no puede ser considerada como el único y automático criterio de elección, ya que si fuera así, se podría caer en un comportamiento discriminatorio hacia los ancianos y los más frágiles. Además, es necesario formular criterios que sean, en la medida de lo posible, compartidos y argumentados para evitar la arbitrariedad o la improvisación en situaciones de emergencia”.
Entre sus lineamientos, la CEM enfatizó en que es una obligación moral que se cuente con información suficiente del grado de contagio que existe a fin de tomar acciones preventivas. “Por ello es preciso realizar pruebas de detección, no sólo en pacientes sintomáticos, sino de manera constante en personas que sin presentarlos puedan portar el virus”.
La conferencia episcopal resaltó la necesidad de que los profesionales de la salud cuenten con el equipo de protección personal para realizar su trabajo considerado de riesgo, “en las condiciones más seguras posibles”.
Recomienda que la clasificación de los pacientes sea ordenada y justa, de acuerdo con sus posibilidades de sobrevivencia. “Estos procesos se deben realizar tomando en cuenta la urgencia del caso, el tipo de necesidad a atender y que los recursos asignados sean lo más beneficiosos posibles para el paciente”.
En el documento firmado por Rogelio Cabrera López, presidente de la CEM, por Alfonso Miranda Guardiola, secretario ejecutivo y José Jesús Herrera, responsable de la Dimensión Episcopal hace un llamado a no abandonar a los enfermos, incluso cuando no existan más tratamientos disponibles, por lo que los cuidados paliativos y tratamientos contra el dolor no pueden ser descuidados.
“Es inadmisible el abandono de pacientes o la negación del tratamiento médico correspondiente bien sea curativo o paliativo. Es importante evitar toda acción que de manera explícita o encubierta pudiera ser de tipo eutanásico”.
MAOT