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Para terminar con la pobreza, el desempleo y la contaminación es necesario que existan emprendedores que busquen resolver problemas reales en lugar de hacerse ricos, dijo el premio Nobel de la Paz, Muhammad Yunus .
Al dictar su conferencia magistral “Un mundo de tres ceros y la importancia de la juventud” en el auditorio C.P. Carlos Pérez del Toro, de la Facultad de Contaduría y Administración de la UNAM , el economista y banquero bangladesí explicó que su empresa se dedica a otorgar microcréditos a personas que viven en situación de pobreza para cubrir sus necesidades básicas: como comprar un excusado para el baño o iniciar negocios pequeños que les permitieran sostener a sus familias.
“Estos microcréditos tienen como objetivo resolver un problema real, ya sea una necesidad alimentaria o sanitaria, así que se basan en prestar dinero a las personas sin recursos, quienes retornan el capital, que sirve no para enriquecerse sino para seguir ayudando a otros”, dijo.
Yunus recibió el Premio Nobel de la Paz en 2006 por crear el banco Grameen y el concepto de microcréditos, los cuales se entregaban a personas que no estaban en condiciones de calificar para un crédito en un banco tradicional, y que les servían para buscar la forma de salir de la pobreza.
Contó que la idea para crear el banco Grameen, concepto que se traduce como “banco del pueblo”, le surgió en la década de 1970 en Bangladesh en las comunidades rurales cercanas a la Universidad de Chittagong, donde daba clases de Economía.
El joven profesor Yunus descubrió que existían dos realidades: la que se vivía en el campus donde sus alumnos estudiaban teorías y conceptos “emocionantes” para los futuros economistas, y una realidad con la que sus alumnos no estaban familiarizados: que en Chittagong, la segunda ciudad más grande de Bangladesh, la gente moría de hambre.
“El país estaba pasando por una situación terrible, por hambruna: la gente se estaba muriendo de hambre. El campus donde trabajaba era hermoso y yo disfrutaba dar clases, pero en las calles la gente se moría no por una enfermedad ni por una epidemia en particular, sino porque no había suficiente comida”, dijo.
“Me dio el sentimiento y la impresión de que no estaba enseñando algo que fuera relevante para la gente, que la situación nos sobrepasaba y yo estaba enseñando algo vacío, que no tenía significado. Me di cuenta que era una persona inútil, que había aprendido todas estas cosas que no tenían significado y lo estaba enseñando a la próxima generación”, dijo.
Al darse cuenta de que necesitaba convertirse en una persona útil para la sociedad, le surgió la idea de ser útil para “una sola persona”.
Sin saber qué tenía qué hacer, se le ocurrió trasladarse a uno de los pueblos que rodeaban a la universidad, se quedó ahí y comenzó a conocer la vida en la comunidad.
La experiencia le enseñó que los campesinos más pobres usualmente buscaban y recibían créditos que, luego de no poder pagar, terminaban por hacerlos perder su patrimonio.
Así fue como pensó en ofrecer un préstamo a una persona con la única condición de que le regresara el capital, es decir: el dinero que le había entregado sin intereses.
Después de esta experiencia, en el pueblo se corrió la voz de que prestaba dinero con condiciones más accesibles a las que ofrecían otros préstamos tradicionales que sólo empobrecían más a los más pobres.
“Pensé en alejarlos de esos tiburones y en ayudarlos con microcréditos para iniciar, por ejemplo, un modesto puesto de alimentos. Poco a poco gané su confianza y el modelo se comenzó a enriquecer, pues había un retorno del dinero, la solución del problema inicial y el capital para prestar más a otras personas”, narró.
El modelo comenzó a crecer y a tener tanto éxito que el entonces profesor Yunus creó el banco Grameen con sus alumnos; este banco se convirtió en un modelo de banco nacional y popular.
“Esto es un negocio, pero hay negocios egoístas y éste es altruista, donde el centro está en la resolución de problemas y no en las ganancias económicas para el que presta”, reiteró.
rmlgv