En la clínica para mujeres adictas a los estupefacientes en San Luis Río Colorado , Sonora , es posible encontrar a jóvenes como Laura, de 17 años , que se inició en el consumo de cristal a los 13 años . Algunas de sus compañeras lo hacían para bajar de peso, pero ella lo hizo por curiosidad, confía al periodista.
Laura se encuentra atravesando su segundo ingreso en la clínica, con el primero logró estar limpia por unos meses pero volvió a caer en la adicción, con más fuerza. Vivió dos años y medio en la calle, hasta que un policía que ya la conocía la detuvo por robo, la llevó con su familia y ellos la internaron una vez más en el centro de ayuda.
Su testimonio es estremecedor: “Es una sensación de que tu corazón no puede dejar de latir tan rápido”. Robó y vendió cristal para poder seguir consumiendo. Una vez que no consiguió cristal después de “varios días” de usarlo y no dormir, despertó cuando era violada por hombres con los que vendía la droga.
Recordarlo le sigue generando un “ vacío ”, afirma. “Yo no puedo vivir sin esa sustancia. No puedo vivir fuera de un centro sin consumir. Es una sustancia que me jala a lo malo...”.
Con una población que se acerca a 200 mil personas , San Luis Río Colorado, una de las urbes más cálidas y desérticas de México, enclavada en la frontera entre Sonora, Baja California y Arizona -la ciudad estadounidense vecina es San Luis- es uno de los epicentros de la verdadera “epidemia” de consumo de metanfetamina que azota a Sonora y que, reconocen las autoridades médicas estatales, se ha convertido en los últimos diez años en un problema de salud pública. Un problema que no reconoce límites internacionales, pues desde los años 80 se agudizó en la Unión Americana.
En su informe correspondiente a este año, la Oficina para Asuntos Judiciales y Narcóticos Internacionales del Departamento de Estado puntualiza que “México es una fuente significativa y país de tránsito para la heroína, la marihuana y las drogas sintéticas, incluyendo metanfetamina, con destino a EU, así como el principal país de tránsito para la cocaína que llega de Sudamérica”.
Laboratorios clandestinos
Asevera que la Iniciativa Mérida, el polémico programa bilateral suscrito en 2007 para el combate al narcotráfico en nuestro país, incluye el entrenamiento y suministro de equipo para desmantelar los laboratorios clandestinos, además del monitoreo de los precursores químicos necesarios para producir cristal y otros enervantes sintéticos.
El documento establece que las crecientes incautaciones en la frontera sugieren un aumento en el tráfico de fentanilo, un opioide 77 veces más potente que la morfina, mientras que las drogas sintéticas cada vez más son transportadas en cargamentos mixtos y algunas veces comprimidas como píldoras, a fin de disfrazarlas como medicamentos controlados para su venta legal.
Hace poco más de un año, en enero de 2017, la Secretaría de la Marina/Armada de México ( Semar ), expone, decomisó dos “súper laboratorios” del cártel de Sinaloa con cuatro toneladas de metanfetamina y miles de litros de precursores químicos. Mediante la “Iniciativa de Laboratorios Clandestinos” de la Iniciativa Mérida, además, unidades mexicanas entrenadas en EU han incautado más de 300 laboratorios desde 2015, al tiempo que entre junio y agosto de 2017, la Semar reportó el aseguramiento de más de 26 toneladas de metanfetamina, más de 38 mil litros de precursores para metanfetamina y 16 laboratorios especializados en esa droga.
Pese al creciente consumo de cristal y otras metanfetaminas en México, el Departamento de Estado enfatiza la colaboración frente al fentanilo y otros opioides, cuyo alarmante empleo en el país vecino ya ha sido declarado como una “epidemia” y llevado a la Casa Blanca a plantear la aplicación de la pena de muerte para los traficantes.
Por ejemplo, señala que la cuarta reunión del Grupo de Cooperación en Seguridad se realizó en la Ciudad de México en octubre como parte del Diálogo Estratégico sobre Organizaciones Criminales Transnacionales (TCO , por sus siglas en inglés); en el encuentro, ambas delegaciones revisaron los esfuerzos para “debilitar las redes de ésos grupos, reducir el cultivo de amapola y la producción de heroína; combatir el movimiento de fentanilo y de otros opiáceos ilegales; reducir la demanda de drogas ilegales en EU y mejorar la seguridad fronteriza”.
En cuanto a las metanfetaminas en México, consigna que la Comisión Nacional Contra las Adicciones (Conadic) informó en junio que hay un incremento en el consumo de marihuana -de 6% en 2011 a 8.6% en 2016-, así como un uso estable de cocaína (3.5%), de inhalantes (pegamento, cemento, aerosoles y otros productos (1.1%) y de estimulantes del tipo de las metanfetaminas (0.9%). Agrega: “No hay indicación de que el fentanilo sea consumido en México”.