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politica@eluniversal.com.mx
Tras ejercer dos cuatrienios consecutivos —de 2010 a 2018— como director general del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), el ingeniero agrónomo mexicano, Víctor M. Villalobos Arámbula, entró a la campaña electoral de su compatriota, Andrés Manuel López Obrador, que rematará en los comicios del 1 de julio entrante por la Presidencia de México, con la mira puesta en el máximo cargo de la Sagarpa.
López Obrador anunció a inicios de enero pasado que, si gana la contienda política, Villalobos ocupará la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural y Pesca (Sagarpa) a partir de diciembre de 2018, en el inicio de su sexenio.
Oriundo de Autlán, Jalisco, próximo a cumplir 68 años —el 3 de marzo— y casado con la costarricense-mexicana Emilia María Luján Ferrer, con cuatro hijas y siete nietos, y estudios superiores en Agronomía, Genética Vegetal y Ciencias en México y Canadá, Villalobos alertó en una entrevista con EL UNIVERSAL: el campo mexicano “está abandonado”.
¿Cómo conoció a Andrés Manuel López Obrador?
—Me ha interesado desde que fue jefe de Gobierno (de la Ciudad de México). Yo trabajaba en el gobierno mexicano y hubo una relación cordial no muy permanente, pero al tanto de la forma como rescató el Centro Histórico, que fue un acierto.
¿Cuál es su diagnóstico del campo mexicano?
—En los últimos diez años la situación del campo se ha agravado porque está abandonado. Tenemos unas unidades de producción muy pequeñas de un promedio de cuatro a seis hectáreas para riego y como siete u ocho hectáreas para agricultura de temporal.
Lo triste de todo esto es que 80% del territorio es agricultura de temporal. Esto se ha agravado porque no se han tomado medidas de mediano y largo plazo sobre manejo del agua. Teniendo 80% del territorio sujeto a las lluvias, la situación se agrava mucho particularmente para los más pobres. Hay gran atraso tecnológico.
De 2 mil 800 municipios del país, 30% tiene tracción mecánica. El resto es tracción animal y de herramientas manuales. Es un atraso tecnológico impresionante.
¿Qué hacer ante la situación?
—Hay que llevar prácticas tecnológicas sencillas como semillas mejoradas. Solamente 10% de todos los productores, que son más de 3 millones, usa semillas mejoradas. El abandono se refleja en la baja productividad, en bajísima escolaridad y en ausencia de tecnología. Existen técnicas sencillas que rápidamente impactan en aumentar la producción y mejorar los ingresos de los más desprotegidos. El campo en México tristemente está abandonado hace muchos años y desprovisto de asistencia técnica. Esto hay que revertirlo con políticas transparentes de trabajo honesto.
Entonces, ¿qué medidas concretas propone?
—Garantizar la seguridad alimentaria. Tenemos gente en extrema pobreza y en pobreza que no cumple sus necesidades mínimas y esto es una pro porción alta, casi 50%. Superar pobreza, hambre y desigualdad y hacer una agricultura más inclusiva. No se trata de desplazar a medianos y grandes productores. Al contrario: el gobierno tiene que ayudarles. México tiene una posición importante con prestigio en exportación de algunos productos, pero tenemos una agricultura muy diferenciada. Una alta proporción de subsistencia con rendimientos muy pobres, muy bajos. Se requiere un manejo transparente de recursos.
¿México es una potencia agropecuaria dormida?
—Tiene un grandísimo potencial y está mal explotado en el buen sentido de la palabra. Tenemos todos los climas, todos los suelos, tenemos buena gente y lo que nos falla es la transparencia y los problemas de producción.
¿Ha faltado voluntad política para resolver la crisis?
—No es tema de recursos económicos. Ha habido arreglos con líderes de organizaciones de productores y el dinero se distribuye, pero mucho de este dinero no impacta en la productividad. Con voluntad política se tienen que definir mecanismos para canalizar el recurso económico con transparencia para la productividad. No es repartir dinero: eso al final no impacta a la productividad.