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justiciaysociedad@eluniversal.com.mx
Desde que pudo tomar un lápiz entre las manos y comenzó a hacer sus primeros dibujos, Miriam Pérez Guerrero supo que su pasión era el arte, actividad que la llevaría a ser reconocida a nivel internacional.
Hija de un piloto aviador y una ama de casa, Miriam se describe como “el garbanzo negro” de su familia, porque es la única que se inclinó por el camino de las artes. En un principio su familia no opinó nada sobre su vocación, puesto que pensaban que como era mujer no la ejercería y que se trataba de un pasatiempo.
Miriam recibirá hoy el Premio de Escultura Andrés Villa Pérez, en Villaldemiro, Burgos, en España.
No es el primer reconocimiento internacional que obtiene, el año pasado ganó el primer lugar en la Bienal de Escultura Valldoreix, en Barcelona, España. Declara que es un gran orgullo que reconozcan su trabajo en el extranjero, porque procura plasmar en sus obras sus orígenes yucatecos.
Miriam inició su carrera en las artes cuando ingresó a la Academia de San Carlos, lugar donde soñó estudiar desde temprana edad.
Años más tarde realizó la especialización en bronce a la cera perdida, cristal y cerámica en el Instituto Allende, de la Universidad Autónoma de Guanajuato.
Siempre trata de plasmar sus orígenes, aspectos de su infancia en la que vivía apenas a unos cuantos metros de distancia del mar, por lo que el cuidado del medio ambiente es un elemento que procura incluir.
Mientras muestra algunas fotos de sus esculturas, la artista yucateca pide al gobierno que otorgue mayores apoyos para el arte, puesto que esta es una manera de sensibilizar a la población en general, de evitar “seres endurecidos, capaces de cualquier cosa”; así como fomentar una cultura de consumo del arte para impulsar el desarrollo de los artistas mexicanos.
¿Fue complicado que reconocieran tu trabajo?
—No, lo complicado fue que me dejaran entrar a los procesos de vaciado de los materiales y cómo se va formando el molde, a mí me gusta estar en todo el proceso, eso lo hago en mi estudio, pero poco a poco los compañeros en los talleres se fueron acostumbrando a mi presencia. En la aceptación de mi obra tampoco tuve mucho problema, al principio sí se sorprendían de que fuera mujer, sobre todo porque en mis piezas trabajo con bronce, pero nunca fue un impedimento. El problema no era tanto la aceptación de mi obra por ser mujer, sí les llamaba la atención pero cuando tenían la oportunidad de ver mi trabajo, cambiaban el tono, donde sí encontré un poco de problemas fue en la fundición y en el estudio, que no les gustaba que estuviera, pero con el tiempo todos se fueron acostumbrando.
Cuando empecé a hacer obra pública, que era de más envergadura, me decían los compañeros en el taller: “Usted quédese ahí sentada ahorita lo hacemos”. Aunque es un mundo de hombres, la aceptación se basa en tu conocimiento de las técnicas.
¿Es difícil que las mujeres sean reconocidas por su trabajo?
—Con el tiempo todo ha ido cambiando, hay compañeras que toman el arte como pasatiempo y eso no nos permite ser apreciadas a las demás como profesionales, eso causa un poco de problema para las que verdaderamente nos dedicamos de manera profesional a ello, nos dan un perfil que no es propio de muchas de nosotras, pero creo que si una mujer o un hombre no conoce sus técnicas y no trabajan en ellas, así seas hombre, mujer, caballo o quimera, no va a haber una aceptación, porque no sabes que es lo qué estás haciendo.
¿Qué representa que tu trabajo sea reconocido en el extranjero?
—Es un logro maravilloso, me siento súper bien, estoy muy contenta ya que van dos premios, el del año pasado en la Bienal y ahora éste, es muy significativo ya que yo hago escultura figurativa, no estoy siguiendo ninguna moda. Todavía aquí estamos muy apegados a las modas, se nos olvida que el arte es una puerta para la libertad de expresión.
¿Qué temas has tratado en tus esculturas?
—Simbología de los diferentes panteones griegos, mayas, lo que más me apasiona es el cuerpo en movimiento, el cuerpo en el máximo esfuerzo físico y mental, por eso entrené bailarines y he entrenado como bailarina, ese esfuerzo nos hace muy ricos, la belleza del cuerpo humano es increíble.
¿Por qué elegiste dedicarte a la escultura?
—He trabajado en artes escénicas con directores de teatro, tomé cursos de maquillaje e iluminación y entrenando a mis bailarines; pero hacer danza es crear un millón de esculturas en un segundo, hacer escultura es detener ese momento para siempre. Es más complicado la danza contemporánea, es un trabajo en equipo y no siempre se dan las condiciones, a mí me llena más la escultura.
¿Pones algo de tu natal Yucatán en tus esculturas?
—Tener una infancia como la mía en Mérida, Yucatán, en una época donde todavía existían las Ciénegas y nuestro medio ambiente no estaba tan dañado, lo único que puedo decir es que era mágico, es una belleza indescriptible, espero que esos hoteles tan enormes que están construyendo en Cancún, en zonas protegidas no se lleven a cabo porque están destruyendo el medio ambiente, esas zonas son importantísimas para la salud de nuestro planeta y el gobierno está permitiendo esto. Es cuestión de denunciar, de hablar con la gente, en mi obra siempre hay una pieza que promueve el cuidado del medio ambiente, de la protección de la fauna, flora, del aire, las estaciones se han diluido, es importante visualizarlo siempre.
¿Cómo es el apoyo del gobierno al arte?
—Está bastante atrasado, hay muchos apoyos, muchas fundaciones que protegen el arte y que otorgan becas importantes, el Conaculta otorga becas. El dinero que me dan mensualmente si lo junto durante todo el año, apenas me da para fundir una obra, es terrible, es triste decirlo pero así es, para los que trabajamos metal, es muy caro.
En escultura para donde te muevas ya sea que lo mandes a hacer a un taller o a una fundición es costoso; es costosa la fundición. El bronce es una aleación y uno de sus componentes principales es el cobre, el kilo de cobre cuesta 85 pesos, entonces la cerámica cristalina, la estructura, el gas, el trabajo de todos los involucrados, sale demasiado costoso.
¿La escultura es un arte de élite?
—Sí un poco, en algunas galerías me dicen que hay determinados meses para exponer, porque es cuando vienen los extranjeros ya que los nacionales no consumen arte, creo que necesitamos una cultura de consumo a los artistas. Nos falta esa cultura, están las fundaciones que te invitan y quieren que dones la obra. Es costoso para quienes hacemos escultura.
¿Se necesitan más becas a los estudiantes de arte?
—Sí, no sólo que hubieran más becas, sino más generosas para poder permitir acceder a más materiales y que se pueda construir, experimentar, hacer un estilo, sobre todo para los que empiezan, que tengan esa posibilidad de aprender o de echar a perder.
En medio de problemas que tiene el país como son la corrupción y la violencia, ¿cómo convencer a los gobernantes del país de impulsar el arte?
—Tenemos que entender que el arte es sensibilidad, es sensibilización, que tiene que existir y que debemos de pensar en apoyar a las empresas mexicanas y de evitar que nos devoren las trasnacionales, promover a los empresarios mexicanos para que la economía se nivele y no haya tanta delincuencia, así como promover las artes, todas las artes son sensibilización, de lo contrario te encuentras con gente tan descarnada, tan endurecida, que no las detiene nada.
¿Cómo ve la situación del país?
Es triste, espero que ahora que la gente empieza a participar las cosas mejoren, la ciudadanía se ha dormido en sus laureles, dejamos hacer libremente a los gobernantes, es importante despertar y que no sólo sea una llamarada por este sismo que ha causado tanto dolor y tanta pérdida en nuestro país, sino que continúe el interés, no sólo en lo relacionado con el sismo, investigar, interesarnos en qué pasa en el municipio para poder hacer una incidencia en los lineamientos políticos.
Para 2018, ¿qué deberán tener los gobernantes?
—Mucha visión, liderazgo y honestidad.