Muy buenos días a todas, mujeres líderes de México . Me complace continuar con esta tradicional reunión que comenzó hace ya más de una década para celebrar y reconocer la gran labor de las mujeres líderes de México en diversos ámbitos de la vida nacional.

Agradezco el esfuerzo que mi esposo, el Licenciado Juan Francisco Ealy Ortiz , ha realizado para acompañar esta causa, no sólo en la reunión que anualmente organizamos, sino en el espacio que EL UNIVERSAL ha dado a las voces de mujeres, y hombres también, que abogan por una mayor equidad de género en la sociedad y en los espacios de decisión públicos y privados.

Claro, el camino no ha sido fácil. Junto con nosotras hay mujeres valientes que han sentado los cimientos de esta nación y han logrado abrirnos las puertas a espacios que antes nos estaban negados, cerrados, vetados.

Hubo que alzar la voz para que personajes históricos, como Sor Juana Inés De La Cruz , tuvieran la misma relevancia en nuestra memoria nacional, en la historia del país, como la han tenido otras personas forjadoras de la patria. Todavía en pleno siglo XXI se escatima la contribución que las mujeres del pasado hicieron a los avances y las libertades que gozamos hoy en México.

Sor Juana, quien eligió entrar a un convento para poder dedicarse a escribir, no era una mujer de su tiempo. En aquel siglo XVII las mujeres no tenían más opción que ser subordinadas de la voluntad masculina. La poeta se preguntaba con justa razón: “en perseguirme, mundo, ¿qué interesas?”. Sor Juana luchó con su palabra.

Sigamos su ejemplo para usar esa arma perfecta, la palabra, para seguir derribando, puertas, obstáculos y el techo de cristal.

Pero no hago un llamado al uso de la palabra porque las mujeres sean incapaces de recurrir a la fuerza. También existieron mujeres que tomaron las armas. Durante la Guerra de Independencia ellas pelearon al lado de los hombres, realizaron labores de espionaje y abastecimiento para la causa.

Otras tomaron el bisturí: Matilde Montoya se convirtió en la primera médica cirujana y obstetra en 1887, a pesar de que en su propio colegio hicieron un esfuerzo para verla fracasar.

Relatos de empuje y coraje. Son incontables las historias de personas destacadas como Sofía Cancino, la primera mexicana que compuso una sinfonía o como Concepción Mendizábal, quien en 1930 fue la primera que se tituló de una ingeniería.

Hasta hace un siglo a las mujeres periodistas se les despreciaba, pero eso no detuvo a Magdalena Mondragón, Esperanza Velázquez y Elvira Vargas para convertirse en destacadas reporteras de su tiempo.

Como todas ellas hay muchas mujeres que fueron las primeras. Gracias al camino que ellas cimentaron hoy hay científicas, políticas, artistas, militares, deportistas, gastrónomas, emprendedoras y profesionistas en incontables espacios. Ustedes, de las mejores en sus ámbitos, son el mejor ejemplo de esta conquista.

También es necesario reconocer la labor de las mujeres que desde sus hogares son el pilar de sus familias, de la economía y los valores. Por mucho tiempo el trabajo doméstico ha sido menospreciado como una labor de segundo nivel. No lo es. Ninguna función es más importante que la de ser el cimiento de un hogar.

Pese a todos estos avances, aún nos queda mucho camino por recorrer. Hace unos días conmemoramos el día internacional de la mujer en un país donde la realidad nos rebasa. Todos los días los rostros de las mujeres y niñas mexicanas aparecen en boletines de personas desaparecidas.

Las noticias nos demuestran día a día que no tenemos acceso a una vida libre de violencia: hay niñas que no regresan a casa, mujeres desaparecidas, violadas, secuestradas, asesinadas, revictimizadas.

La agenda 2020 señala que es urgente la eliminación de todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas. Esto es crucial para lograr la igualdad de género pero también para que nuestras sociedades sean verdaderamente prósperas.

La Organización de las Naciones Unidas nos recuerda que en el mundo las mujeres han conquistado avances sin precedentes, pero a la fecha ningún país se encuentra totalmente libre de machismo.

En medio de este panorama, me llena de esperanza observar a tantas mujeres líderes aquí reunidas, reconozco con mucho orgullo su incansable trabajo para construir un mejor país.

Nos corresponde seguir abriendo puertas, como lo hicieron nuestras antecesoras, no sólo para las generaciones del futuro, sino para las de hoy. Es necesario trabajar juntas para garantizar a las niñas una infancia donde no tengan que vivir con miedo.

Para construir un país donde las mujeres, en toda la diversidad de la palabra, puedan vivir con la certidumbre de que no van a ser violentadas por ser mujeres.

Hoy, entrañables compañeras, nosotras estamos escribiendo la historia.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses