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justiciaysociedad@eluniversal.com.mx
Mario Alberto Rodríguez Casas, director general del Instituto Politécnico Nacional (IPN), marchó en contra del gobierno del ex presidente Gustavo Díaz Ordaz desde el inicio del movimiento estudiantil de 1968, no estuvo el 2 de octubre, pero el 10 de junio de 1971 se salvó de la represión porque “corrimos y una señora que vivía por la calle Lauro Aguirre, por San Cosme, nos abrió su casa y ahí nos protegió hasta la madrugada".
En entrevista con EL UNIVERSAL muestra su archivo personal, documentos que guardó 50 años. Considera que en el movimiento estudiantil “está la fuerza del cambio de México”. Afirma que el triunfo de Andrés Manuel López Obrador en la pasada jornada electoral es resultado de aquellos hechos, y que el presidente electo puede contar con el Politécnico Nacional “como un aliado”.
El director general del IPN recuerda que como estudiante de primer año de Ciencias Biológicas, el sonido de un helicóptero le producía angustia. Comenta que recorría las calles a volantear porque había una falta de libertad de expresión, y porque “los jóvenes no teníamos voz”.
Rodríguez Casas afirma que ante la política de austeridad que plantea el presidente electo, la institución que representa será la primera en sumarse a esta propuesta, porque “si todos tenemos la obligación, más el Politécnico, que es una institución del Estado”.
¿Cómo participó en el movimiento estudiantil de 1968?
—Como estudiante de primer año de Ciencias Biológicas en el IPN participaba en las brigadas, en aquel momento íbamos a las colonias y repartíamos volantes, platicábamos con la gente de lo que sentíamos, que era una falta de libertad de expresión, los jóvenes no teníamos voz.
Era muy joven, tenía 17 años, y tenía los ideales a flor de piel. Queríamos, como lo quieren los jóvenes de ahora, un México mejor, pero sentíamos que no habían espacios para los muchachos, para expresar un cambio que se venía gestando en el mundo.
Cuando los soldados tomaron el Politécnico, mi papá me dijo: ‘Te vienes porque te vienes. Ya la situación está complicada’, y me regresé a mi pueblo, que se llama San Buenaventura, en Coahuila. Esa fue la razón por lo que no estuve el 2 de octubre, si no seguramente ahí hubiera estado.
¿Cómo se enteró de lo ocurrido el 2 de octubre?
—Por la radio, en mi pueblo no había televisión, y recuerdo que estábamos en la casa escuchando la radio e hicieron la interrupción, me acuerdo de hasta cómo lo presentaron: ‘El Ejército ataca a los estudiantes comunistas’ y prácticamente lo justificaron al decir: ‘Bien merecido se lo tienen por revoltosos’. Así me enteré, y las noticias eran muy confusas, desde que había muchos o pocos muertos, y lo primero que pensé fue: ‘¿Y mis amigos?’
¿Cuáles son los momentos que más recuerda de lo que ocurrió?
—Se me han quedado muy grabados los helicópteros porque el que anduvieran dando vueltas en las instalaciones del IPN para mí era angustia. Mucho tiempo después, ya cuando entramos a la normalidad académica, escuchábamos los helicópteros y entraba uno en angustia, el corazón latía más fuerte por lo que significaba para nosotros y a lo que lo asociábamos.
¿Tras el 68 siguió apoyando el movimiento estudiantil?, ¿participó en la marcha del 10 de junio de 1971?
—El 10 de junio de 1971 recuerdo que estaba haciendo mi tesis y participé en esa marcha. Cuando inició la represión corrimos y una señora que vivía por la calle de Lauro Aguirre, por San Cosme, nos abrió su casa.
Creo que salimos como a las cuatro de la mañana del día siguiente. Éramos varios estudiantes los que entramos a resguardarnos. He querido ir a verla para agradecerle.
Usted guardó varios documentos del movimiento estudiantil, ¿por qué lo hizo?
—Para mí el movimiento significó mucho, como joven tenia ideales y creo que quise capturar ese momento, y una forma fue guardando recortes de periódicos, panfletos, volantes, como si quisiera atesorar un recuerdo de un ideal.
Creo que también es una de las razones por las que decidí converterime en profesor, porque siempre he creído en los jóvenes, porque creo que ahí está la fuerza del cambio de este país.
Es la primera vez que los abro (a los documentos) desde el 68.
Hay cosas que duelen, que lo marcan a uno, por eso yo no había abierto ‘el baúl de los recuerdos’.
¿Cuáles son las mayores aportaciones que dio el IPN al 68?
—Ideas, solidaridad, lucha, fraternidad, compromiso, y el acercamiento entre el IPN y la UNAM.
A partir de ese momento, ya éramos hermanos, se dejó atrás la rivalidad de los partidos de futbol americano.
¿Tras el 68 hay un México, un IPN, antes y después?
—Creo que a partir del 68 hay un Politécnico más cercano al pueblo, a la gente, más solidario, diferente, más democrático.
Ha sido profesor en la UNAM, IPN, UAM, ha tenido contacto con los jóvenes, ¿la actual generación es menos politizada que la del 68?
—No, porque es otro país, son otros los medios.
Ahora los jóvenes se comunican y se politizan de manera diferente a como lo hacíamos nosotros.
La nuestra era una politización más de boca a boca, de contacto a contacto, ahora es una politización más de medios y es otra dinámica.
Creo que los jóvenes siguen siendo idealistas, luchadores, son como los del 68, pero de una forma diferente.
Algunos consideran que el triunfo de López Obrador es resultado del 68, ¿cómo lo ve?
—Creo que en este país, como todo, es resultado del 68, seguramente lo va a ser. Es más, dentro de los grupos cercanos al presidente electo hay líderes del 68, está la generación del 68, es decir, los sesentones forman también (parte) de esto y seguramente igual que a mí, también fueron influenciados, por no decir, marcados por el (movimiento del) 68.
Por eso cuando dicen que influyó, yo sí lo creo, porque los jóvenes de aquel momento que hoy son los adultos de 2018, son los que hace 50 años atrás eran los idealistas.
¿Cuáles son las peticiones para el próximo gobierno federal?
—Nos hemos estado reuniendo con los representantes designados por el presidente electo, en aras de hacerle sentir al nuevo gobierno que el Politécnico es su aliado, que el IPN es el brazo del Estado en la educación superior, tecnológica y que tiene mucho que aportar a esta transformación que plantea el próximo gobierno.
El futuro titular de la Secretaría de Educación Pública (Esteban Moctezuma Barragán) será nuestra línea directa de coordinación.
Lo que he tratado de decirle al (próximo) secretario es el hecho de que el IPN es una institución del Estado, es el brazo tecnológico del gobierno, el aliado; es alguien con el que el gobierno puede contar y estoy hablando del IPN, no del director general, porque a veces se confunde lo que el director general quiere, como dicen, un hueso.
¿Usted estaría en la disposición de disminuir su salario siguiendo la propuesta de austeridad que ha planteado el presidente electo?
—Por supuesto, yo lo dije (a Andrés Manuel López Obrador) y voy a ser el primero que me voy a sumar a eso.
Es un sueldo que yo no me fijé, ya estaba, pero si lo que se plantea (en la siguiente administración) es una política de austeridad, de transparencia, el Instituto Politécnico Nacional y su director general son los primeros que se van a sumar a eso.