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Entre calles adoquinadas, residencias con altas bardas, cámaras de seguridad y árboles sobre las banquetas se encuentra la residencia arzobispal del cardenal Norberto Rivera Carrera. El número 110 de la calle de Camelia en la colonia Florida, de la delegación Álvaro Obregón, ha sido el hogar del prelado desde hace más de 20 años, cuando tomó posesión como arzobispo primado de México.
Los muros pintados de color blanco y los arbustos sobre las paredes que rodean la propiedad impiden ver más detalles del terreno. Una cámara de seguridad colocada en la puerta principal observa a los transeúntes que pasan por la calle. A lo lejos sólo se alcanza a ver una recámara del segundo piso de la casa, una cortina color blanco impide ver al interior de la habitación.
En su columna “Bajo Reserva” del martes 19 de diciembre, EL UNIVERSAL publicó que el cardenal Rivera Carrera no quiere dejar la casa, la cual será la nueva residencia de Carlos Aguiar Retes, actual arzobispo de Tlalnepantla, quien el pasado 7 de diciembre fue designado como el nuevo arzobispo primado de México y que tomará posesión de la Arquidiócesis el próximo 5 de febrero. La residencia también fue habitada por el finado cardenal Ernesto Corripio Ahumada, predecesor de Norberto Rivera.
En un recorrido realizado por EL UNIVERSAL, vecinos de la zona comentaron que en las más de dos décadas que el cardenal lleva habitando en la colonia nunca han tenido un acercamiento ni ha participado en actividades de la colonia, únicamente lo han visto pasar a bordo de sus vehículos acompañado de guardaespaldas y policías.
“Nunca lo he tratado”
“Lo he visto pasar muchas veces, [pero] nunca lo he tratado ni he tenido algún contacto con él; a pesar de que vivimos a unos cuantos metros nunca he hablado con él. Siempre que sale de su casa pasa por aquí, por esta calle. Siempre lo acompañan cuatro policías en moto y afuera de su casa siempre hay guaruras”, señala.
La mujer de 70 años comenta que el cardenal nunca ha sido visto en actividades vecinales ni tampoco caminando por las calles. La única ocasión en que recuerda que asistió a un lugar de la colonia fue para bendecir el Monasterio de Clarisas Capuchinas de Nuestra Señora de Dolores, que abrió sus puertas hace más de 15 años.
“Es la única vez que recuerdo que el cardenal haya participado en algún evento de aquí de la colonia. Casi no se deja ver, siempre va dentro de su coche”, subraya.
Fermín García lleva más de 30 años trabajando como lavacoches sobre la calle de Camelia. Desempeña su labor en las colonias Florida, Guadalupe Inn y otras aledañas, y durante esas tres décadas ha visto pasar en repetidas ocasiones el vehículo del cardenal y su cuerpo de seguridad, pero nunca se ha acercado a él. Saben que se encuentra en su casa porque los elementos de seguridad custodian la entrada al inmueble.
Juana Domínguez es trabajadora del hogar en un domicilio cercano a la residencia arzobispal y lleva más de 10 años realizando la limpieza en casas de la colonia Florida. Trabaja en una residencia que está a unos 20 metros de la del cardenal, y pese a la cercanía nunca ha visto al purpurado, sólo a sus escoltas.
“Trabajo muy cerquita de su casa, yo estoy en el número 120 y su casa es el número 110. Nunca lo he visto caminando por las calles, siempre en sus carros y con sus guaruras, es lo único que conocemos de él. A pesar de que trabajo de tiempo completo y somos prácticamente vecinos, no lo conozco”, comenta mientras tapa su rostro por temor a que su patrona la regañe.
El pasado 7 de diciembre el papa Francisco nombró a Carlos Aguiar Retes como nuevo arzobispo primado de México y aceptó la renuncia del cardenal Norberto Rivera, quien el 5 de junio, al cumplir los 75 años de edad, presentó su renuncia a la nunciatura apostólica, como lo establece el derecho canónico.