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alberto.morales@eluniversal.com.mx
A un costado de la Cruz Roja de Polanco, vecinos de Azcapotzalco pusieron una mesa y comenzaron a desempacar cientos de raciones de espagueti rojo, pan y botellas de agua.
“Pasen a comer, traemos pasta, pan y agua”, invita la señora Maricruz Gabriel a los voluntarios, paramédicos, rescatistas, jóvenes y enfermeras que están en la zona.
Gabriel es una ciudadana que como mucho otros, sin importar la situación económica, trajo comida para el ejército de personas que buscan cómo ayudar.
Ella es una sobreviviente del sismo de 1985, recuerda que en ese entonces estudiaba en la colonia Roma y parte de su escuela, que se ubicaba en la calle de Tonalá, se vino abajo con ellos dentro.
“Por eso este sismo del 19 fue algo muy fuerte para nosotros por recordar todo lo que vivimos. Bendito Dios yo y mis compañeras logramos salir antes que se cayera el edificio”, expresa.
La altruista labor de llevar alimentos a los voluntarios se repite de manera constante en las inmediaciones de la Cruz Roja de Polanco.
También se sumó el señor Ismael, quienes es cocinero en Pabellón Polanco, y con un carrito trae 50 raciones de pasta y ensaladas.
“Estamos todos unidos y parece que todo va en orden, gracias a Dios sólo fue el susto pero todos estamos bien”, comenta Ismael.
María del Carmen Larragain, forma parte de la Asociación Ángel Matute, la cual repartió 500 tamales y atoles entre todos los voluntarios y rescatistas. Sebastián, un estudiante del TEC de Monterrey, le ayudó. Aquí todo es apoyar.