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El conflicto estudiantil en la Universidad Nacional Autónoma de México comenzó por unos murales.

Desde hace 10 años, los estudiantes del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Azcapotzalco se habían apropiado de las paredes de edificios de aulas, auditorio y laboratorios, para reivindicar los 50 años del movimiento estudiantil de 1968 o la irrupción del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), entre otros eventos. Sin embargo, durante el último periodo vacacional, la directora Guadalupe Márquez mandó borrar los murales, lo que generó descontento entre los alumnos.

A eso se sumó que la dirección cerró las cajas de pago en el plantel, obligando a los jóvenes a hacer depósito bancario, aunque en esos lugares sólo aceptan como mínimo 100 pesos.

Los alumnos agregaron la demanda de más maestros, puesto que había grupos que no tenían profesores.

El martes 25 de agosto los alumnos declararon un paro activo y tomaron la dirección del plantel. Al día siguiente comenzaron los ataques de grupos porriles que arrojaban petardos desde la calle hacia el interior del plantel.

Para el 30 de agosto, María Guadalupe Patricia Márquez Cárdenas presentó su renuncia, la cual fue aceptada por el rector de la UNAM, Enrique Graue.

Por las agresiones a paristas se agregaron nuevas exigencias: alto a la violencia y expulsión de los grupos porriles del bachillerato de la UNAM.

Tras la llegada de Benjamín Barajas como director interino del CCH Azcapotzalco, los estudiantes convocaron a una marcha que salió de su plantel en transporte público, llegó a Avenida Insurgentes Sur y de ahí avanzó hacia la Torre de Rectoría.

A su pliego añadieron que hubiera una respuesta por el secuestro y asesinato de su compañera Miranda Mendoza, del CCH Oriente.

A la manifestación se unieron alumnos del CCH, de la Prepa 5 y de la Facultad de Filosofía y Letras.

El lunes mientras realizaban el mitin un grupo de porros los atacó, dejando un saldo de 14 heridos, dos en estado de gravedad.

El 5 de septiembre 30 mil estudiantes marcharon hacia la Torre de Rectoría para demandar alto a la violencia y expulsar a porros de la UNAM. El rector respondió con la expulsión de 18 alumnos y la suspensión de Teófilo Licona, coordinador de Vigilancia UNAM.

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