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El antimonumento feminista que fue colocado frente al Palacio de Bellas Artes el día 8 de marzo no pudo ser concluido. El diseño que se planeó contemplaba 34 cruces en la base del símbolo que al final no pudieron ser colocadas.

A las 11:30 de la noche, una de las organizadoras de la protesta le dijo a su compañera: “Oye, Malu. Creo que tenemos un problema. Nos va a faltar más cemento y más tierra”. Malu le contestó que ya no había dinero. Una madre de las víctimas de feminicidio se ofreció a cooperar y después se sumaron voluntarias. El dinero se juntó al menos para el material que era totalmente necesario para que la jardinera luciera como lo planeado.

La hermana de Malu fue asesinada en 2001, en Ciudad Juárez, Chihuahua. Su nombre era Lilia Alejandra García Andrade. Tenía 17 años cuando desapareció. Fue hallada sin vida una semana después. A raíz del asesinato, la madre de Malu inició una lucha para exigir justicia y es parte de la organización Por nuestras hijas de regreso a casa. “Yo me sumé tres años después”, cuenta Malu.

“Hemos intentado ayudar a las familias. Por ser activistas, nos amenazaron en Ciudad Juárez. Por eso tuvimos que huir de ahí. Nos colocaron mantas y atentaron contra la vida de mi mamá”.

A pesar de las complicaciones, madre e hija dedican su vida al activismo. Malu formó parte de la decisión de tomar más acción en la protesta: “Surgió como una inquietud entre 15 familias: ¿por qué no se ponía un recordatorio de los feminicidios si asesinan a tantas en el país? Entonces, desde hace un año, nos organizamos para ver quiénes nos podían ayudar. Cómo se hacía la estructura y eso, porque nosotros no teníamos idea. Estuvimos preguntando. Las familias estuvimos de acuerdo. Una arquitecta feminista realizó el diseño. En la parte de la estructura de abajo asemeja una cruz”. Es el símbolo feminista con la frase “En México 9 mujeres son asesinadas al día. ¡Ni una más!”

“Todavía se debe una parte de la escultura”, menciona Malu, y eso sin contar que tendrán que volver a soldar las cruces. “Se hizo en otro estado de la República mexicana y se trasladó a la Ciudad de México”, dice.

Todo empezó con un pequeño grupo que después se convirtió en algo más grande: “Es un equipo muy amplio de activistas. Hombres y mujeres que nos ayudaron para poder colocar este antimonumento de feminicidios. Algunos otros ayudaron vendiendo réplicas a escala. Todos de alguna manera han cooperado”.

Voluntarias enfocadas en la defensa de los derechos humanos fueron preparadas para poder cavar y cimentar la estructura metálica. Los bultos de cemento y los costales de tierra que se necesitaban para dejar el antimonumento en un 100% iban a llegar a las 10:00 de la mañana de hoy.

Las familias aseguran tener el ejemplo del antimonumento instalado enfrente del Palacio de Ciudad Juárez. “Herreros de Chihuahua habían donado la estructura. El gobierno la tiró. Las familias pidieron una más grande para que no la pudieran quitar, pero no funcionó. Hicieron otro más grande y esa sí se quedó”.

En un inicio se planeaba que estuviera por las jardineras de la Alameda, pero cuatro días antes se decidió que estuviera frente a Bellas Artes.

Ayer, a las 12:30 de la tarde, después de que se terminó de barrer la acera, lució el símbolo feminista que representa la indignación de cientos de personas ante un clima de impunidad y violencia que parece ir en incremento en México.

Un geólogo de más de 50 años de edad que iba pasando frente a “la monumenta” (como la llaman algunas feministas) no puede evitar hacer gesticulaciones faciales que reflejan asombro: “Tengo dos hijas en la universidad”, menciona. “Ellas vinieron ayer a la marcha (…). Yo no quería, porque me da miedo que les pueda pasar algo. Somos una sociedad muy disfuncional. Yo he visitado cerros. Una vez en el trabajo de campo nos dijeron que había que pedir permiso a los del crimen organizado. Allá sabes quiénes son los malos, ¿pero acá quién te dice quién es quién? ¿Quiénes son los feminicidas?”

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