Las costumbres locales y las prácticas sociales de sexualidad continúan como una de las barreras que limitan a las personas para acceder a una salud sexual y reproductiva, aseguró la directora general del Centro Nacional para la Prevención y Control del V
IH y el sida, Patricia Uribe.
Durante las jornadas de reflexión sobre el VIH-sida en México, que iniciaron este lunes y concluyen el próximo viernes 1 de diciembre, Uribe destacó la necesidad de generar políticas públicas vinculadas, no sólo entre instituciones, sino con la academia y asociaciones civiles, así como visibilizar a los grupos poblacionales de mayor exposición y ofrecer una atención integral.
Durante el encuentro, que busca debatir y generar soluciones a problemáticas en el tema del VIH-sida, expuso que existen diferentes propuestas de políticas, las cuales deben estar sustentadas en pilares técnicos, éticos y políticos, y que tomen como base la información existente y evidencias científicas, aunado al reconocimiento cultural de los mexicanos.
Explicó que existen retos para la implementación de políticas públicas vinculadas a la sexualidad, en las que, a diferencia de otros temas, existen influencias de ideologías o prejuicios morales, además de la inexistencia de estudios referentes al comportamiento sexual de la población.
Demandó mayor participación de cuerpos académicos, la promoción de alianzas entre instituciones de salud pública y cambiar la cultura institucional para la atención y prevención de nuevos contagios.
“La cultura de las instituciones de salud no está basada en los derechos de la diversidad sexual, es una cultura vertical que debemos cambiar, no ponemos en el centro a las personas y sus derechos, y eso se tiene que cambiar (...) hay que cambiar la cultura”, dijo Uribe.
“En el VIH hemos pasado de una sobrevida de dos años a una de 55 años en promedio, hay paradigmas distintos”, y los sistemas de salud han demostrado que en 91% de los casos, la atención es ambulatoria, lo que refleja avances importantes, señaló.
Detalló que se ha puesto en marcha la atención diferenciada de los pacientes, en la que se consideran sus necesidades específicas, lo que se suma al servicio continuo para quienes tienen este padecimiento y, así, se atiendan las comorbilidades con calidad.