“Si nosotros no hubiéramos trabajado estos dos años que lleva la pandemia, no habría comida para los más de 300 millones de gringos. Según somos esenciales, pero seguimos siendo indocumentados”, aseveró Carmen Obeso, jornalera mexicana Y quien desde hace 14 años vive y trabaja entre los surcos de fresa, espárragos, aguacate, tomate y otras verduras.
Indocumentada, sonorense y con su vida hecha en Estados Unidos, se siente decepcionada del gobierno y de las promesas de Joe Biden, pero sabe que regresar a México no es una opción: “Las cosas están peor ahora, más violencia en Sonora y en todo el país, desempleo. Sería un grave riesgo regresar con mis hijos”.
La organización Student Action with Farmworkers (SAF) expone que, de los 3 millones de jornaleros agrícolas, más de un millón son mujeres.
Se calcula que 75% son mexicanos y que más de 60%, por su situación migratoria, no cuentan con servicio médico, seguridad social, seguro de desempleo y, en promedio, ganan 11 mil dólares al año, el salario más bajo, por detrás del servicio doméstico.
Carmen Obeso, integrante de la organización Líderes Campesinas, en Oxnard, California, comentó que al iniciar la pandemia los jornaleros, incluso los indocumentados, fueron considerados por Estados Unidos como trabajadores esenciales.
Sin embargo, “no estamos siendo tratados como esenciales, porque estamos laborando sin seguro médico o de desempleo, sin medidas de distanciamiento, sin equipo, como cubrebocas, guantes o gel desinfectante, para evitar contagios” [de Covid-19].
En entrevista con EL UNIVERSAL, recordó que el 14 de febrero se realizó la protesta y paro nacional Un Día Sin Inmigrantes, para exigir una reforma migratoria en favor de los millones de trabajadores y jornaleros indocumentados que laboran en Estados Unidos y quienes están en espera de su regularización.
Oxnard, condado de Ventura, California, zona donde laboran miles de jornaleros oriundos principalmente de Michoacán y Oaxaca, fue uno de los epicentros de este paro nacional y en donde durante la pandemia se dieron varios brotes de contagio, por la ausencia de medidas de protección por parte de los dueños.
“No paramos, no podemos hacer home office. No es una opción porque día que no trabajamos no tenemos ingreso, ni seguro médico, menos la ayuda que el gobierno dio. El salario en promedio es de 15 dólares la hora y las jornadas son de ocho horas”, dijo.
Obeso ahora se encuentra en un proceso legal, pues sufrió un accidente y su patrón no quiere pagar la indemnización.
Esa situación la enfrentan 3 millones de jornaleros, al menos un millón de ellos mujeres que además están expuestas a frecuentes casos de acoso sexual y maltrato laboral.
“Es una situación muy difícil y poco conocida este tipo de acoso. Por eso nos estamos organizando para hacer visible este grave problema. Es increíble que quienes llevamos los alimentos a millones de gringos, además de estar siempre con la posibilidad de que nos deporten, además estemos expuestas a estas prácticas”, indicó la mujer.
“Si no trabajamos, si no sembramos, si no cosechamos, si no empacamos las verduras, la fruta, la comida, quién lo hará. Quién hará para que coman los más de 300 millones de estadounidenses”, criticó.
La también integrante de la organización De Campesina a Campesina, expuso que por lo menos la mitad de los jornaleros en esta parte de California son mujeres; de ellas, 40% son de Oaxaca y Michoacán.
Irene Barraicua, de Líderes Campesinas, mencionó que no se valora la importancia del trabajo de las mujeres en los campos de Estados Unidos y que sólo en la pandemia se les consideró, junto con los hombres, como trabajadoras esenciales, para no deportarlas y garantizar el abasto de alimentos en el país.
Dijo que en Estados Unidos trabajan alrededor de 3 millones de jornaleros agrícolas, de los cuales se estima que 60% carecen de un estatuto migratorio.