La pequeña Lily, de 10 meses de edad, luce ataviada con un hermoso ropón beige. Sus padres Valerie y Josué la resguardan bajo la sombra, mientras esperan alrededor de una hora para poder entrar al bautisterio, ubicado a un costado de la Basílica de Santa María de Guadalupe, en la Ciudad de México.

Debido a la emergencia sanitaria a causa del Covid-19, las ceremonias religiosas se realizan bajo estrictos controles sanitarios.

Valerie y Josué van acompañados solamente por los padrinos. Esa fue la instrucción, el resto de los convidados a la celebración deben permanecer afuera del recinto. “No deben concentrarse muchas personas en el sitio”, puntualiza Josué.

La joven pareja refiere que la decisión del bautizo de su hija tuvo que ser apresurada, pues la pequeña será sometida a una cirugía.

“Buscamos el lugar donde los trámites los hiciéramos lo antes posible, a pesar de que sabemos que estamos en pleno contagiadero del coronavirus, [pero] van a operar a la bebé de sus ojos y no quisimos internarla hasta que recibiera la bendición de Dios”, explicó Valerie.

El ritual en el bautisterio del Cerro del Tepeyac no se hará como de costumbre, las medidas de sanidad son rigurosas.

“Será muy breve, nos dijeron que no habrá misa, sólo padres y padrinos podrán reunirse a una distancia prudente alrededor de la pila bautismal”, refiere la joven madre.

“El bautismo católico es el sacramento por el que los cristianos renacen a la vida y se hacen hijos de Dios. Por tradición es el primero, de los siete los sacramentos que deben recibir, ya que es la puerta que abre el acceso al resto, es decir, a la confirmación, eucaristía, confesión, unción de los enfermos, orden sacerdotal y matrimonio”, asegura un sacerdote del bautisterio.

A pesar de que tanto el gobierno federal como la Iglesia católica han implementado medidas de “sana distancia” a ciudadanos y feligreses, Valerie y Josué, así como los padrinos de Lily no portan cubrebocas, guantes ni ningún otro artículo de los que que se han hecho usuales al salir a la calle tras la declaración de la pandemia.

“Las autoridades han dicho que no es necesario usar tapaboca y guantes si no estás enfermo. Nosotros estamos sanos, somos jóvenes, al igual que los padrinos; además, estamos aquí porque tenemos fe”, asegura Josué.

Sin fiesta

“Hemos salido para este propósito, era una prioridad bautizar a Lily. Hemos venido nada más a eso con los padrinos. Después de la ceremonia no habrá fiesta ni nada de esas cosas, en casa nos esperan nuestros padres, vamos a comer y eso será todo”, detalla Valerie.

Ella mira el reloj de su teléfono celular y hace una seña a Josué. Ambos preparan el resto de los accesorios necesarios para el rito. Los padrinos se acercan, toman a Lily en los brazos y se dirigen a la entrada del recinto.

La ceremonia se realiza únicamente con unos cuantos, pues intentan evitar cualquier contagio de coronavirus. Al salir irán a casa, quizá sin celebrar.

Apenas la víspera, en el cuarto domingo de Cuaresma, el arzobispo primado Carlos Aguiar Retes celebró por primera vez en su historia la homilía dominical del mediodía en la Basílica de Guadalupe sin la presencia de feligreses. Por disposición sanitaria se restringió el acceso a los devotos al recinto a raíz de la pandemia mundial.

El domingo, el cardenal Aguiar Retes agradeció a medios de comunicación las facilidades para llevar la transmisión remota de la misa dominical a las personas que por la emergencia sanitaria no pueden acudir. Las celebraciones religiosas serán sin masas mientras dure la contingencia.

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