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Con tortillas y una bolsa de chicharrón en sus manos, Tomás Cruz espera a que termine la hora de visita en el hospital 1 de Octubre, del ISSSTE, y que su familiar baje para comer algo, después irá a comprar pañales para adulto, gasas, alcohol y jeringas, insumos que médicos y enfermeros le han pedido para atender a su tío, quien permanece internado desde hace 12 días.

Tomás prefirió omitir el nombre de su paciente, “no vaya a ser que se enojen y nos lo atiendan mal”, dice, mientras cambia la bolsa de tortillas de mano porque están calientes. El hombre que se traslada todos los días desde Bosques de Aragón al hospital en Lindavista asegura que la atención que ha recibido su familiar ha sido buena, pero no entiende por qué les piden comprar cosas.

“A lo mejor no es culpa de ellos, nos dicen que en el hospital nos deberían dar los pañales para cambiar a mi tío, pero que no tienen. Del alcohol, las gasas y las agujas no nos mienten, porque explican que no las usan en mi familiar, pero que sus estantes están vacíos, digamos que es una ayuda que nos piden.

“Mi tío es trabajador de la delegación Azcapotzalco, por eso tiene el seguro, allá arriba lo tratan bien, nos ayudan a cambiarlo, bañarlo, darle de comer, pero nos piden cosas en las que uno no pensaba gastar, si él tiene el seguro, ¿por qué nos piden los pañales y las otras cosas? Mi tía y yo también gastamos en pasajes y en comida, en un día se nos van casi 300 pesos”, comenta.

En un recorrido por diversas unidades médicas de primer, segundo y tercer nivel del instituto, EL UNIVERSAL constató que la falta de insumos y largas horas de espera son las deficiencias más comunes.

Valeria Acosta lleva tres meses batallando para que en el hospital de Tacuba le brinden las bolsas para diálisis que necesita su papá: “Desde enero hemos comprado las bolsas de Baxter por fuera, pero cada caja con ocho bolsas cuesta entre 200 y 300 pesos. Mi papá usa varias al día y con una caja por semana no nos es suficiente”, menciona.

Personal del hospital ha argumentado que el retraso en la licitación provocó el desabasto en las bolsas para diálisis, “¿pero nosotros qué culpa tenemos?, nuestros familiares no pueden esperar a que resuelvan la situación”, dice.

Carlos Hinojosa viajó con su sobrina Helena desde Comitán, Chiapas, hasta el Centro Médico Nacional 20 de Noviembre, con la esperanza de que esta vez sí le den una fecha para ingresar a quirófano.

“Tengo hernias de disco y eso me dejó en silla de ruedas. Me operaron ya dos veces, pero de la última, que fue hace como seis meses, el disco de metal que me pusieron se salió de su lugar y necesito la cirugía a fuerza, lo malo es que ya se tardaron en darme fecha y no puedo venir tan seguido, luego venimos en vano”, lamenta el maestro jubilado.

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