“Si lo confrontaba, me bajaba calificación”, recuerda “Candy”, hoy de 24 años de edad. Así que durante un año, esta alumna de la facultad de Ciencias de la UNAM aguantó insinuaciones de su profesor , que le contara cuáles eran sus posiciones sexuales favoritas , y le hiciera comentarios como que “el sexo es el mejor ejercicio”, “soy feliz pero mi cuerpo pide otra cosa” o “esta imagen me excita muchísimo”.
En 2014, Candy, como ha pedido que se le nombre en este texto, era alumna de los primeros semestres de la licenciatura en Ciencias de la Computación y tomaba clases de Estructuras discretas con uno de los maestros “más famosos” de la facultad: Cenobio Moisés Vázquez Reyes , que en ese entonces era conocido como “Spider-Moi” porque acudía a dar clases disfrazado como e l superhéroe Spiderman.
Hoy, Moisés enfrenta un proceso de rescisión de contrato después de que la oficina de la Abogada General de la UNAM investigó las denuncias de acoso en su contra y determinó que incurrió en “faltas de probidad y honradez”, en cuando menos uno de los casos que alumnas presentaron en su contra.
En 2014, Candy y Moisés se hicieron amigos en Facebook: hablaban de videojuegos y de su día; las conversaciones “extrañas” comenzaron cuando se convirtió en su profesor asistente. Como era el encargado de calificarle exámenes, tareas y trabajos especiales, Candy simplemente calló y aguantó.
“Hacía comentarios como 'sin duda el sexo es el mejor ejercicio’ . Cuando me contó que se quería vestir de Spiderman para dar clases, yo lo motivé y me contestó que 'a veces el cuerpo pide más que felicidad’, le di el avión. Un día me mandó una imagen y me escribió: ‘me excita muchísimo’; pensé: ‘what the fuck?’. Inmediatamente después, me envió otra imagen de la entrepierna de un hombre y un pie que la estaba frotando. Moisés era mi maestro, me calificaba absolutamente todo", contó la joven.
“No sabía qué hacer. Era la persona que me iba a poner mis calificaciones y no era tan fácil para mí decirle que parara como se lo podría decir a cualquiera de mis compañeros que hiciera algo en mi contra”.
Candy comenzó a evitar a su profesor: intentaba no quedarse a solas con él y llegó a pedirle que “por favor” dejara de hacerle comentarios sexuales puesto que la incomodaba . Al siguiente semestre, cuando tuvo que tomar clases con él nuevamente, el docente empezó a tomar represalias al inventar excusas para quitarle puntos en los trabajos.
“Después de que me mandó las imágenes, le pedí que parara por favor; de manera amistosa le dije que me incomodaba mucho que iniciara conversaciones sexuales. Él se disculpó muchísimo y dijo que estaba muy apenado, que no se había dado cuenta y que estaba mal de la cabeza. Yo pensé que después de sus disculpas, no íbamos a tener más problemas pero al siguiente semestre me comenzó a bajar las calificaciones”, relató.
Cuando llegó el proyecto final, lo envió por correo electrónico. Era un código de programación que Candy revisó hasta el cansancio pero al profesor no le gustó el nombre del archivo con que guardó el PDF y le bajó medio punto aunque no venía especificado en las instrucciones que los alumnos tenían que nombrarlo de una manera en particular.
“Creía que hasta cierto punto lo tenía controlado, que si le daba el avión pero sin confrontarlo no se iba a enojar. A veces optaba hasta por desconectarme de Facebook para que él no me hablara... cuando pasaban dos o tres días sin conectarme, me mandaba mensajes y yo sentía la presión de responderle. Obviamente lo hacía para no molestarlo más y que no me fuera a afectar en mis calificaciones”, dijo.
La joven, que en la actualidad tiene 24 años de edad, se animó a denunciar tres años después cuando se enteró que otra s cinco compañeras habían pasado por situaciones similares . De las seis alumnas que sufrieron acoso y hostigamiento de Spider-Moi, sólo tres lo denunciaron ante las autoridades universitarias.
“Yo nunca, nunca, nunca le hablé de mi vida personal o sexual. Absolutamente nunca. Jamás inicié una conversación con él salvo cuando empecé a reclamarle de mis calificaciones pero él siempre respondía con evasivas y como si tuviera razón. Estaba tan equivocado, que al final del semestre el profesor titular me subió varias décimas en todas mis prácticas cuando le pedí que las revisara nuevamente”, dijo.